De hecho, su formación inicial estuvo muy lejos de las tablas: estudió ingeniería eléctrica en la Universidad de Newcastle y posteriormente obtuvo una maestría en Oxford. Imaginen: el creador de Mr. Bean, un ingeniero.
Su vínculo con figuras importantes de la historia británica es notable. Cursó estudios en la Durham Cathedral Choristers’ School, donde coincidió con Tony Blair, futuro Primer Ministro del Reino Unido. Y su hermano, Rodney, se convirtió en un prominente político y activista anti-UE. Una familia con fuerte presencia en la vida pública inglesa.
Sin embargo, la pasión por la actuación floreció durante su etapa universitaria. Un grupo de teatro y la colaboración con Richard Curtis, el guionista de éxitos como Notting Hill y Love Actually, marcaron el inicio de su carrera. Su paso por el Festival de Edimburgo, con un sketch de un maestro estricto, consolidó su talento para la comedia.
De ahí al estrellato fue un paso casi lógico, aunque no menos arduo. A partir de 1979, con el programa satírico Not the Nine O’Clock News, y su posterior protagónico en el West End de Londres en 1981, se convirtió en un nombre reconocido en el circuito cómico británico.
Luego llegarían proyectos que lo consagrarían: la serie Blackadder, una sátira histórica brillante, y, por supuesto, la creación de Mr. Bean. Este personaje, “un niño mimado atrapado en el cuerpo de un adulto,” según las palabras del propio Atkinson, cautivó al mundo entero. Más de 18 millones de espectadores en el Reino Unido disfrutaron el programa, que ganó un Emmy en 1991.
La versatilidad de Atkinson es innegable. Sus participaciones en películas como Four Weddings and a Funeral y su trabajo de voz para The Lion King demostraron su rango. Incluso sorprendió a todos con su papel dramático en la serie Maigret (2016-2017), interpretando al famoso detective parisino. Pero sus intervenciones en la saga de Johnny English, una divertida parodia del agente 007, también son inolvidables.
Su actuación en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con Mr. Bean es un hito en la historia de los eventos olímpicos.
Más allá de la fama y el reconocimiento, Atkinson ha demostrado un lado humano excepcional. Su pasión por los autos, su valentía al aterrizar un avión privado en 2001 cuando el piloto perdió el conocimiento, y su compromiso con causas filantrópicas conforman una imagen más completa de este multifacético artista. La concesión del título de Comandante de la Orden del Imperio Británico (CBE) en 2013 es un reflejo de su impacto.
Con una familia de tres hijos y un estilo de vida alejado de los reflectores, Rowan Atkinson celebra hoy un cumpleaños que consolida su legado, una trayectoria que abarca desde la ingeniería hasta la comedia, dejando un impacto invaluable en el mundo del entretenimiento.