Rebecca Judd, la reconocida influencer australiana y esposa del ex jugador de AFL, Chris Judd, nos regaló un vistazo a la realidad detrás de la perfección digital. La mañana del martes comenzó de forma menos que ideal para la mujer de 41 años. No se trataba de un imprevisto evento social, sino de algo mucho más… íntimo.
Fue a través de una historia de Instagram donde Rebecca, con total honestidad (y un poco de humor), reveló su drama matutino: “Chicos, ¡¿qué demonios?! Soñé que me rascaba la cabeza, me dolió. Desperté y había sangre en mi almohada”. El video mostraba una herida sangrante en su frente, resultado de un rasguño en la cabeza, tanto en el sueño como en la realidad, y lo que parecía ser una molesta herpes labial. A esto, se sumaba un detalle menor: el esmalte de uñas despostillado.
La imagen distaba mucho de la habitual estética impecable que la caracteriza. Con el Australian Open a pocas horas, Rebecca enfrentaba una emergencia de belleza. El reto: hacer desaparecer, al menos visualmente, los estragos de una noche turbulenta. Su solución? Un tutorial improvisado usando maquillaje, con un toque irónico al finalizar: “¡Me delineé los labios y ahora los voy a dejar así! Usé un delineador que combinaba con el color de mis labios... ¡Me gusta la hinchazón del herpes, unos labios bonitos y jugosos!”
Más allá del incidente, la historia de Rebecca es un recordatorio de que incluso las figuras aparentemente perfectas, con marcas de ropa propias (Jaggad, una marca que según ella misma, “representa a la mujer imparable, y para ser imparables, necesitamos abrazar la imperfección”), y una exitosa carrera en redes sociales con colaboraciones lucrativas, tienen días malos. Un detalle que refuerza su imagen, al mostrar una vulnerabilidad que conecta con la audiencia.
Su trayectoria comenzó en el 2004, con un icónico vestido rojo en la entrega del premio Brownlow Medal junto a Chris Judd, a sus 21 años. Un momento que marcó su ingreso al mundo del espectáculo, y que contrasta con la naturalidad con la que ahora muestra sus imperfecciones.
Rebecca y Chris, casados desde 2010, tienen cuatro hijos: Billie (9), Oscar (12), y los gemelos Darcy y Tom.