Este caso no es la excepción; una figura pública, conocida por su pasado en el mundo del modelaje, ha compartido públicamente una etapa crucial de su vida.
Se trata de Kendra Wilkinson, la ex conejita de Playboy que saltó a la fama a través de reality shows como The Girls Next Door. A sus 39 años, Wilkinson ha decidido enfrentar directamente las críticas sobre su peso y apariencia, utilizando sus redes sociales como plataforma para un mensaje de autoaceptación.
En una publicación de Instagram del 12 de enero, la empresaria y actriz compartió una fotografía junto a un texto honesto y revelador: “Sí, he subido de peso. Sí, estoy envejeciendo. Sí, ya no soy esa chica que era antes (la chica Playboy)”. Sin embargo, el mensaje toma un giro inesperado: “Pero, por primera vez en mucho tiempo, me siento bien y mentalmente saludable”.
Wilkinson profundizó en los cambios en su estilo de vida, enfatizando la importancia de su familia: “Mis hijos lo son todo para mí. Me siento bastante equilibrada. Hago ejercicio y cocino mucho más. Golf, trabajo. Sin ama de llaves ni niñera”. Este nuevo enfoque en la familia y el autocuidado contrasta con su agitado pasado, lleno de luces de cámara y altas expectativas.
La publicación también aborda directamente las críticas recibidas: “A quienes critican mi nuevo peso o mi rostro de 40 años, por favor sepan que estoy feliz, saludable y en paz finalmente. Déjenme en paz y respeten que finalmente estoy donde quiero estar. Casi 40 está siendo increíble”. Un mensaje claro y conciso que refleja una nueva etapa de confianza y seguridad en sí misma.
Más allá de la imagen pública, Wilkinson también ha reconocido la lucha contra la dependencia del alcohol, asegurando que es un tema en el que está trabajando: “A las personas que critican mi consumo de alcohol... Los escucho, y eso será monitoreado mejor… Pero ¿saben qué se viene en JUNIO?... Shots. Los quiero”. Un toque de humor que suaviza la seriedad del tema.
La evolución de Kendra va más allá de la imagen física y aborda la reconstrucción de su vida personal tras un divorcio con Hank Baskett, padre de sus dos hijos, Hank IV (15 años) y Alijah (10 años), y la cancelación de sus programas de televisión. Ella misma lo describe como un periodo de profunda búsqueda personal: “Me quedé sin matrimonio, me quedé sin programa, tuve que mudarme a una pequeña casa - no entendía lo que estaba pasando y de repente tuve que hacer una intensa curación… Estaba muy perdida”.
Su historia es un ejemplo de resiliencia y transformación. Una figura pública que ha encontrado un nuevo equilibrio, priorizando su salud mental y el bienestar familiar, mostrando una faceta humana que trasciende la imagen superficial del mundo del espectáculo.