Una de estas figuras emblemáticas, cuya vida es un ejemplo de perseverancia, es Ofelia Guilmáin. Nacida en Madrid, España, el 17 de noviembre de 1921, su historia comienza en medio de la convulsión de la Guerra Civil Española. Su juventud estuvo marcada por la participación en “Guerrillas del Teatro”, un grupo que utilizaba las artes escénicas para apoyar la causa republicana, un hecho que definiría en gran medida su futuro.
La derrota republicana en 1939 la obligó a exiliarse, encontrando refugio en México. Este nuevo comienzo, lejos de su tierra natal, no la desanimó. Por el contrario, en 1940, debutó en el teatro mexicano con la obra "Mujeres", iniciando una larga y fructífera carrera. Su incursión en el cine llegó en 1941 con la película "El Capitán Centellas", mostrando una versatilidad que la consolidaría en el medio.
A pesar de un breve paréntesis de una década alejada de los escenarios, en 1952, Ofelia se naturalizó mexicana, retomando su camino con una fuerza renovada. Su trayectoria posterior es un compendio de éxitos en el teatro, el cine y la televisión. Protagonizó más de 100 obras de teatro, entre las que destacan "La Casa de Bernarda Alba" y "Los árboles mueren de pie". Su colaboración con el reconocido director Luis Buñuel en películas como "Nazarín" (1959) y "El ángel exterminador" (1962) la catapultó a la escena internacional.
Su talento también brilló en la televisión, donde participó en 41 telenovelas, dejando una huella imborrable en la pantalla chica. Pero el legado de Ofelia Guilmáin trasciende sus propias actuaciones. Su pasión por el arte se transmitió a sus hijos, Lucía y Juan Ferrara, y posteriormente a sus nietos, Mauricio y Juan Carlos Bonet, consolidando una verdadera dinastía artística que continúa vigente hasta nuestros días.
El 14 de enero de 2005, a la edad de 83 años, Ofelia Guilmáin falleció víctima de una neumonía, dejando un vacío irreparable en el mundo del arte mexicano, pero un legado invaluable que perdurará a través de las generaciones.