Ese fue el panorama para Pete Davidson a sus 20 años, cuando se unió al elenco de Saturday Night Live. El comediante, ahora una figura reconocida, confesó recientemente que sus inicios estuvieron lejos de la imagen que proyecta hoy. Según sus propias palabras, “Cuando entré al programa, tenía 20 años y no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Todavía no lo sé, pero especialmente en ese entonces”.
La presión era inmensa. No solo la responsabilidad de mantener el humor en un show legendario, sino también la dificultad de integrarse a un grupo ya establecido. Davidson admitió que llegó a rogar que lo despidieran. Se sentía como un extraño, un intruso que no pertenecía a ese círculo. “Nadie quería ser mi amigo”, reveló, dejando al descubierto una vulnerabilidad pocas veces vista en figuras públicas de su calibre.
Sin embargo, a pesar de la adversidad inicial, la perseverancia y la conexión con la audiencia fueron claves en su desarrollo. “Tuve la oportunidad de compartir tanto con este público y, literalmente, crecer frente a sus ojos. Estuvimos juntos en los buenos y en los malos momentos, en los más felices y en los más oscuros”, expresó el actor, destacando la importancia de la relación con el público a lo largo de su trayectoria.
Este relato íntimo nos recuerda que la imagen pública muchas veces esconde una realidad mucho más compleja. La historia de Pete Davidson en Saturday Night Live, más allá del éxito y el reconocimiento, es un ejemplo de perseverancia frente a la adversidad y la importancia de encontrar tu lugar, incluso cuando te sientas fuera de lugar.