Hablamos, claro está, de Jason Statham. A sus 57 años, este ícono del cine de acción no solo ostenta un físico envidiable, sino que también comparte una filosofía de vida que contrasta con los métodos rígidos que muchas veces se imponen en la industria del fitness. Su secreto no radica en una disciplina implacable, sino en una inteligente y flexible combinación de entrenamiento riguroso y un enfoque permisivo hacia la alimentación.
Su rutina alimenticia, por ejemplo, se basa en un 95% de alimentos saludables: frutas, verduras, proteínas magras y carbohidratos complejos. "Bebo al menos tres litros de agua al día", afirma Statham, destacando la importancia de la hidratación. Elimina por completo los alimentos fritos, pero se concede un 5% de “cheat meals”, incluyendo ocasionalmente caprichos como el chocolate. Sin embargo, la flexibilidad de su dieta se extiende más allá de los "días trampa".
“No tengo un día trampa, tengo meses trampa si me voy de vacaciones”, comenta el actor, revelando una perspectiva mucho más relajada sobre el mantenimiento de su físico. Esta filosofía permite disfrutar plenamente de sus periodos de descanso, demostrando que un estilo de vida saludable no necesariamente implica una restricción constante.
Su régimen de entrenamiento es tan intenso como equilibrado. La clave para Statham es la actitud. “A pesar de no tener 20 años, mi espíritu me impulsa a mantenerme activo”, asegura. Esta mentalidad, junto con un programa de ejercicios constante, le permite desafiar los límites que la edad podría imponer, manteniéndose en una condición física admirable.
El caso de Statham nos presenta una visión más integral del bienestar: una que valora la disciplina sin caer en el extremismo, permitiendo disfrutar los placeres de la vida sin sacrificar la salud. Su éxito no radica únicamente en su dedicación al ejercicio y una alimentación balanceada, sino también en la búsqueda de un equilibrio que le permita disfrutar cada etapa de su vida, un enfoque que resuena profundamente en la mentalidad actual.