Lily Collins, nombre que resuena con fuerza en el mundo del entretenimiento, ha construido una carrera sólida que comenzó mucho antes de su papel estelar en Netflix. Nacida en Guildford, Reino Unido, y criada en California, su doble nacionalidad refleja una vida entre dos mundos, similar a la experiencia de su personaje ficticio, aunque con una realidad bastante diferente.
Hija del legendario músico Phil Collins, su infancia estuvo marcada por una relación distante con su padre. En sus memorias, Unfiltered: No Shame, No Regrets, Just Me, describe con honestidad el impacto de esta ausencia: "Te perdono por no estar siempre allí cuando te necesitaba y por no ser el padre que esperaba. Perdono los errores que cometiste". Esta experiencia, junto a su temprana incursión en el mundo del espectáculo, a los dos años en la serie de la BBC Growing Pains, la forjó en una mujer resiliente y capaz de afrontar las adversidades.
Su trayectoria incluye participaciones en producciones como The Blind Side: Un sueño posible, Mirror Mirror, Cazadores de sombras: Ciudad de hueso, y la miniserie de la BBC de Les Misérables. Logros que se suman a su nominación al Globo de Oro por la comedia romántica La excepción a la regla, demostrando una versatilidad que va más allá de su personaje en Emily en París.
Pero la imagen pública de éxito esconde una batalla personal. Collins padeció anorexia desde los 16 años, un trastorno que abordó con valentía en la película de Netflix Hasta los huesos, donde interpretó a una joven con la misma enfermedad. Ella misma ha compartido públicamente su lucha: "Empecé a pasar hambre, a hacer ejercicio de forma obsesiva y me volví adicta a las pastillas para adelgazar y los laxantes". Su testimonio es un ejemplo de superación y una ventana a la complejidad de la salud mental.
Su vida amorosa también ha tenido sus altibajos. Si bien ahora se encuentra felizmente casada con el director Charlie McDowell, Collins ha hablado de una relación pasada tóxica, describiéndola en la revista Glamour como una experiencia donde su voz fue constantemente silenciada: "Fue todo el tiempo era shh, shh… Eso se me quedó grabado". Un contraste significativo con la independencia y seguridad que proyecta su personaje televisivo.
Más allá del brillo de las cámaras y el éxito en la pantalla, la historia de Lily Collins es un recordatorio de la fortaleza humana y la capacidad de sobreponerse a la adversidad. Una historia que, más allá de la ficción, nos habla de resiliencia y autenticidad.