En el caso de un reconocido actor mexicano, la experiencia fue una lucha por la supervivencia, una batalla silenciosa librada en el quirófano y en la sala de terapia intensiva.
Hablamos de Carlos Ignacio, la cara conocida de la exitosa serie "Una familia de diez", quien recientemente reveló una historia que pocos conocen: una odisea médica que estuvo a punto de truncar su trayectoria. Hace tres años, durante una consulta rutinaria con un médico afiliado a la ANDA (Asociación Nacional de Actores), su vida dio un vuelco inesperado.
El actor acudió para validar su seguro médico, pensando en una posible intervención en su próstata, una condición que ya había enfrentado exitosamente quince años atrás. Sin embargo, el diagnóstico del especialista fue contundente: "Su condición es crítica, necesita una cirugía inmediata". Un ultrasonido rápido en el consultorio y una decisión que cambiaría su vida para siempre.
La cirugía, realizada sin mayor dilación, resultó un fracaso. En lugar de solucionar el problema, le provocó una estenosis en la uretra, dificultando considerablemente su capacidad para orinar. “No me quitó las cosas, me raspó el conducto y quedó delgadito, delgadito. Entonces haces pipí a chorritos, se te cicatriza”, explicó Carlos Ignacio en una entrevista.
Pero la pesadilla no terminó ahí. Al ser dado de alta sin la prescripción de ningún medicamento, ni siquiera antibióticos, una infección severa se apoderó de su cuerpo. Fiebre alta (40 grados), convulsiones y un preinfarto lo llevaron de urgencia al hospital, donde le diagnosticaron septicemia. Su vida pendió de un hilo.
Las consecuencias de este desafortunado episodio lo llevaron a terapia intensiva, requiriendo transfusiones de sangre para estabilizar su condición. Aunque posteriormente otro médico realizó una nueva intervención en su próstata, la estenosis causada por la primera cirugía resultó irreversible.
A pesar de la gravedad de la situación y la negligencia médica sufrida, el actor revela que el médico responsable no ha enfrentado consecuencias legales. Hoy, Carlos Ignacio, además de las secuelas de aquella experiencia, lucha contra la escoliosis y fuertes dolores de ciática, que le dificultan incluso caminar. Utiliza un marcapasos para controlar problemas cardíacos, sumando otra capa de complejidad a su batalla diaria por la salud.