Lucy Punch: Incendios en Los Ángeles y la dura realidad de una estrella
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La estrella de Amandaland, Lucy Punch, de 47 años, habita en las exclusivas colinas de West Hollywood junto a su esposo, el artista Dinos Chapman, y sus dos hijos, Rex (9 años) y un pequeño de 3 años cuyo nombre se mantiene en reserva. Esta familia, acostumbrada a la comodidad de su casa de campo de 2 millones de libras esterlinas en Laurel Canyon, tuvo que hacer las maletas inesperadamente el mes pasado.
Los devastadores incendios que azotaron Los Ángeles obligaron a la familia Punch-Chapman a una evacuación precipitada hacia el desierto de Joshua Tree. "Fue impactante y devastador para muchos amigos," confesó Punch, comparando la situación con "imaginar el este de Londres arrasado – escuelas, vecindarios simplemente desaparecidos. ¿Cómo recuperas eso? Van a ser años y años." Afortunadamente, su casa, con sus chimeneas y patio soleado, sobrevivió al infierno, pero el trauma emocional dejó huella.
Este evento, sin embargo, ha despertado una profunda reflexión en la actriz. Su situación migratoria, con visas temporales y sin una green card a pesar de tener hijos estadounidenses, la mantiene en una constante incertidumbre. "Siempre tengo un pie fuera de la puerta, dondequiera que esté," admite. "Me gusta estar un poco aquí y un poco allá." Esta dualidad se refleja en su vida profesional, donde equilibra una exitosa carrera con la maternidad y el constante cambio entre Londres y Los Ángeles.
Su papel en Amandaland, un spin-off de Motherland, la muestra como una madre imperfecta, lo cual resuena profundamente con su propia experiencia. Mientras filmaba la serie en Londres con su hijo mayor, el jet-lag y las dificultades de la crianza la colocaron en el estado de ánimo perfecto para interpretar a Amanda. Incluso, menciona la locura de los grupos de WhatsApp de padres en Estados Unidos, comparándolos con los del Reino Unido: "Son una locura. Diría que probablemente el 50 por ciento son Amandas. Todos muy glamurosos."
La trayectoria de Punch, desde su paso por el prestigioso colegio Godolphin and Latymer y la Universidad College de Londres (donde estudió historia antes de dedicarse a la actuación), hasta sus inicios en series como Let Them Eat Cake y su posterior mudanza a Los Ángeles a principios de la década del 2000, revela una mujer con una carrera sólida y una vida familiar llena de matices.
A pesar de su éxito en películas como Bad Teacher, confiesa que la industria cinematográfica no siempre es tan lucrativa como parece: "Cada película que he hecho, cuando me contratan, saben que probablemente lo haré por una manzana de caramelo y un frappuccino." Y así, su historia continúa, entre dos continentes, dos culturas y dos vidas.