Pete Doherty: Riesgo de amputación por diabetes tipo 2
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Yelitza EspinozaVestía un traje negro sencillo sobre una camiseta blanca, una imagen que contrastaba con la energía que se respiraba en el aire, la anticipación de un concierto.
Se trataba de Pete Doherty, el carismático líder de The Libertines, visto por primera vez desde que reveló una preocupante noticia: el riesgo de amputación de sus dedos del pie a causa de la diabetes tipo 2. A sus 45 años, Doherty enfrenta un nuevo desafío, una lucha contra una enfermedad crónica que lo ha obligado a modificar sus rutinas. Las últimas cinco fechas de su gira europea las ha realizado sentado en una silla.
La información sobre su estado de salud, obtenida por The Sun a través de un video grabado en Múnich, Alemania, dejó a sus fans con la incertidumbre. En el video, Doherty declaraba: “Vi al doctor hoy y me dijo que necesito mantenerme fuera de mis pies todo lo que pueda, o perderé mis dedos del pie”.
La diabetes tipo 2, diagnosticada el año pasado, no es un asunto menor. Como explicó él mismo en una entrevista anterior: “Me diagnosticaron diabetes tipo 2. Y, por el momento, me falta la disciplina para controlar el colesterol”. Esta confesión, lejos de ser un lamento, refleja una realidad: la lucha contra la adicción a las drogas, que marcó una etapa de su vida, ha dado paso a un nuevo reto, uno que requiere fuerza y disciplina.
Su transformación no es solo física. En años recientes, Doherty ha compartido públicamente su cambio de hábitos: “Dejé los principales venenos y mi salud mejoró. Luego te dicen que el alcohol, el queso y el azúcar son igual de malos y que eras más sano cuando consumías heroína”. Un reconocimiento irónico a sus excesos pasados, acompañado de una declaración sincera: “No es broma. Me diagnosticaron diabetes tipo 2”.
Más allá de la imagen del rockstar rebelde, se vislumbra un hombre que enfrenta sus problemas con una mezcla de valentía y resignación. El Pete Doherty actual, padre de tres hijos —Astile (21), Aisling (13) y su pequeña Billie-May (21 meses)—, vive en Francia con su esposa Katia de Vidas, parece hallar un cierto equilibrio en su nueva vida, a pesar de la adversidad. Su sonrisa en Toulouse, antes de subirse al escenario, es un testimonio de ello.
La trayectoria de Doherty, marcada por excesos y reconocimiento, ha dado un giro. El futuro es incierto, pero su presencia en el escenario, su lucha contra la enfermedad, muestran una determinación que trasciende la imagen pública de un músico emblemático.
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