Ana Fernández: Diez años después de una pérdida irreparable

El 7 de marzo de 2015, la vida de Ana Fernández, entonces una joven actriz en ascenso gracias a su papel en "Los Protegidos", dio un giro radical. Ese día, un trágico accidente de motocicleta le arrebató a Santi Trancho, su pareja y un reconocido camarógrafo del programa "Frank de la Jungla", a la edad de 38 años. El impacto fue devastador.
Ana y Santi compartían un hogar, un futuro lleno de proyectos. La repentina pérdida la sumió en un profundo dolor, un luto que la actriz, siempre reservada, afrontó con discreción, alejándose del ojo público. "Una bofetada cruel con la que tuve que convivir públicamente, aunque realmente siempre la protegí y guardé para mí," expresó Ana años después.
El tiempo, sin embargo, aunque no borra el dolor, sí permite cicatrizar. En 2016, en medio de su proceso de sanación, conoció a Adrián Roma, vocalista de la banda Marlon. Su relación fue un proceso lento, respetuoso, un apoyo mutuo que florecería con el paso de los años.
Paralelamente, Ana retomaba su carrera. Tras un periodo alejada de los escenarios, volvió gradualmente al teatro y la televisión, encontrando en su trabajo una forma de sanación y reconexión con su pasión. Su regreso fue paulatino, un paso firme en su proceso de reconstrucción personal.
En 2019, Ana y Adrián se muestran públicamente como pareja, consolidando una relación construida sobre la comprensión y el apoyo mutuo. Adrián, siempre presente, fue un pilar fundamental en su recuperación emocional.
Diez años después de la pérdida de Santi, Ana decide compartir públicamente su experiencia. En un mensaje emotivo, reflexiona sobre el aprendizaje, la cicatrización y el renacimiento. "Con este décimo aniversario siento que por fin estoy preparada emocional y psíquicamente para dar el paso y quiero ayudar o acompañar a través de mi testimonio y aprendizaje a quien haya pasado o esté pasando por algo parecido."
Su testimonio, un homenaje a Santi y una luz de esperanza para quienes enfrentan pérdidas similares, refleja un proceso de duelo, resiliencia y la búsqueda de la felicidad.