Adiós a Armand LaMontagne, el escultor de leyendas deportivas

Hablamos de figuras imponentes, reproducciones a tamaño real de ídolos deportivos, tan imponentes como los atletas que inmortalizaron. Estas obras no eran simples esculturas, eran piezas de museo.
El nombre tras esta proeza artística es Armand LaMontagne, un escultor de Rhode Island que falleció el 7 de marzo a los 87 años en su casa de North Scituate, víctima de una insuficiencia cardíaca, según confirmó su hija, Lisa LaMontagne. Su trabajo, minucioso y lleno de detalles, comenzó a cautivar al público de Nueva Inglaterra en la década de 1980.
Sus obras maestras, verdaderas joyas de la escultura deportiva, representan a leyendas como Ted Williams y Carl Yastrzemski de los Red Sox, Bobby Orr de los Bruins y Larry Bird de los Celtics. La precisión de sus esculturas era tal, que dos de ellas –según palabras de su hija, “tan perfectas como las leyendas que representaban”– incluso encontraron su lugar en el Salón de la Fama del Béisbol.
LaMontagne no solo representaba atletas; él recreaba la esencia misma del juego, la pasión, la fuerza y la dedicación. Cada veta de la madera, cada músculo esculpido, cada gesto inmortalizado, habla de un artista con una visión única y un dominio absoluto de su técnica. Su legado permanecerá, silencioso pero elocuente, en cada uno de sus trabajos.
Más allá de las cifras y los nombres, la historia de Armand LaMontagne es un recordatorio del poder perdurable del arte, de la capacidad de un artista para capturar la esencia de un momento, de una persona, de una época, y conservarla para la posteridad en una forma tan tangible como hermosa.