Jason Statham: De clavadista a estrella de acción

Nacido en 1967 en Shirebrook, Derbyshire, Inglaterra, el ahora famoso actor tuvo una infancia común. Hijo de una bailarina y un vendedor ambulante, Jason combinaba trabajos ocasionales con sus pasiones: las artes marciales, el fútbol, y sobre todo, los clavados.
Una vacación familiar en Florida cambió su rumbo. Al presenciar un espectáculo de clavados, un joven Jason se propuso emular a aquellos atletas. A los 11 o 12 años se unió a un club de natación, y en menos de un año formaba parte del "equipo británico," como él mismo lo relata en una entrevista a la BBC en 2008. “Tomó impulso y pasé los siguientes 10 años dedicado a eso,” añadió.
Su dedicación lo llevó a la British National Diving School en 1985, y a competir por Inglaterra en los Juegos de la Commonwealth de 1990 en Auckland, Nueva Zelanda, donde obtuvo un octavo lugar en trampolín de un metro, el undécimo en trampolín de tres metros y el décimo en plataforma de diez metros. Sin embargo, el sueño olímpico se esfumó. A pesar de sus intentos por clasificar a los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y Atlanta 1996, no logró su objetivo.
En 2016, tras el éxito de los clavadistas británicos en los Juegos Olímpicos de Río, Statham reflexionó sobre su pasado: “Es un tema un poco doloroso para mí no haber llegado a los Juegos Olímpicos… Empecé demasiado tarde. Probablemente no era lo mío. Debería haberme dedicado a otro deporte.” Esta honestidad, alejada del estereotipo del héroe de acción invencible, lo hace aún más cercano al público.
El fracaso deportivo no marcó el final, sino un nuevo comienzo. El cambio de rumbo lo llevó al modelaje, trabajando para marcas como Tommy Hilfiger y Levi's. Esta experiencia fue el trampolín hacia su debut cinematográfico en 1998 con Lock, Stock and Two Smoking Barrels, marcando el inicio de una exitosa carrera en Hollywood.
De los trampolines a las pantallas gigantes, la historia de Jason Statham es una prueba de que los tropiezos pueden convertirse en oportunidades. Su persistencia, aunada a su talento, lo catapultaron al estrellato, dejando una huella imborrable en la industria cinematográfica, con papeles icónicos en películas como El Transportador, Los Indestructibles y la saga Rápidos y Furiosos, donde incluso realiza muchas de sus propias acrobacias.
Y en un giro irónico del destino, su pasado acuático resurgió en la pantalla grande con su papel de buceador profesional en Megalodón y su secuela, cerrando el círculo entre su vida deportiva y su carrera como actor.