Ana Paulina Cáceres: De ¡Vivan los niños! a Emprendedora Digital

Recuerda a Polita, la tierna niña de “¡Vivan los niños!”? La actriz que le dio vida, Ana Paulina Cáceres, ha experimentado una transformación radical en los últimos años, muy lejos de las aulas de la “Patria Unida”. Desde su debut en la telenovela de Televisa, producida por Nicandro Díaz González en 2003 – un remake de la icónica “Carrusel”–, su vida ha tomado un rumbo completamente inesperado.
Tras una infancia y adolescencia dedicadas a la actuación, con participaciones en la serie hasta los 17 años y incluso una breve experiencia en un pódcast junto a Ricardo O’Farrill, Ana Pau, como la conocen sus seguidores, decidió cambiar de escenario. Un cambio de residencia a Cancún, en 2017, marcó un punto de inflexión.
“Al llegar a Cancún me di cuenta de que no había nada relacionado con el medio como en Ciudad de México”, comentó en una entrevista para la revista ‘Babe’ en 2020. Este cambio geográfico la llevó a explorar nuevas posibilidades profesionales, alejándose del mundo de la actuación para sumergirse en el emocionante mundo del emprendimiento digital.
Actualmente, a sus 30 años, Ana Paulina es una exitosa empresaria online. Su ingenio y determinación la han llevado a fundar dos marcas: “Namastea Detox”, dedicada a la venta de tés desintoxicantes, y “Moon Ana Sport”, con ropa deportiva para mujer. Ambas operan exclusivamente a través de comercio electrónico, un modelo de negocio que, junto con el apoyo de su mamá y hermana como socias, le ha reportado un considerable éxito.
Pero su reinvención no termina ahí. Ana Pau también ha sabido aprovechar el poder de las redes sociales, convirtiéndose en una influencer con más de 198 mil seguidores en Instagram, donde comparte sus experiencias, consejos de emprendimiento y sus viajes por el mundo. A pesar de su formación en cine en Guadalajara y actuación en Chicago, su vida en Cancún le ha enseñado a priorizar su bienestar y sus propias metas, un capítulo que se aleja del mundo de la actuación, aunque no de la vida pública.
Su historia es un ejemplo de adaptación y resiliencia, una prueba de que la capacidad de reinventarse está al alcance de todos, incluso para quienes alguna vez pisaron los sets de televisión y ahora triunfan en los desafíos digitales del siglo XXI.