México, DF
La industria tendrá que aceptar la idea de que la música y el conocimiento ya no serán exclusivos.
Desde hace 20 años, la industria de los derechos de autor financía una lucha en contra de los adolescentes que comparten cultura y conocimiento entre ellos. Primero fue la música (“las grabaciones caseras matarán a la industria musical”), después juegos, seguidos de películas y, finalmente libros. Han tratado de exponer a los adolescentes y a otros como si compartir fuera algo inmoral. El problema con esta descripción es que tiene muy poco impacto en la gente que comparte, para ellos compartir un disco o un juego con un amigo o un extraño es una buena acción.
Por lo tanto tenemos una severa desconexión acerca de cómo diferentes partes de la sociedad ven la actividad de compartir cultura y conocimiento fuera de las cadenas establecidas de distribución, o de la violación de los derechos de autor, como lo quieras ver.
Mientras la tecnología móvil evoluciona, se hace cada vez más claro que esta es una guerra que no puede ser ganada. Hoy en día, nuestros dispositivos pueden almacenar de 16 a 64 gigas de información.
Los discos duros que pueden almacenar 60 terabytes están a la vuelta de la esquina. Esta capacidad de almacenaje será muy rentable y permitirá que cualquiera pueda llevar consigo toda la música que se haya producido en la historia. De ocurrir este fenómeno en los aparatos móviles que puedan transmitir información a través de bluetooth y de manera anónima, significa que cualquiera puede sentarse en una cafetería y copiar una colección de música completa sin que se pueda rastrear, ni siquiera ellos mismos sabrán para qué la copiaron y de quién.