La historia de Joshua Durazo y su familia nos recuerda la fragilidad de la vida y la dureza de las experiencias que pueden enfrentar las personas que buscan cruzar la frontera.
Durazo, un hombre que ha transitado la línea divisoria entre ambos países durante toda su vida, se vio envuelto en una situación que desafía los protocolos de seguridad y pone en evidencia la necesidad de una mayor sensibilidad humana en el trato con quienes buscan un nuevo hogar.
El jueves, después de asistir al funeral de su primo en México, Durazo y su familia se encontraron con un panorama inesperado al intentar cruzar de regreso a Estados Unidos. Un video capturado por un teléfono celular muestra a agentes fronterizos con armas apuntando a la familia, una escena aterradora que pone en evidencia la falta de comunicación y la sensación de impotencia que se apoderó de ellos.
Le entregué a la señora todos nuestros documentos y, cuando se los entregué, miró inmediatamente a dos oficiales y dijo que sí, relató Durazo. Asintió con la cabeza y dijo: 'Sí'. Y los dos oficiales y ella corrieron inmediatamente detrás de todas las camionetas y comenzaron a sacar a todos de los vehículos.
El temor se apoderó de la familia, especialmente al ver que los oficiales apuntaban con sus armas a los niños, incluyendo a una tía de 75 años que acababa de despedirse de su hijo. "Fue terrible. Lo peor fue ver a los niños detenidos con las armas en la mano", expresó Durazo.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza aún no se ha pronunciado sobre el incidente, dejando un vacío de información que incrementa la incertidumbre y la sensación de injusticia. Durazo y su familia fueron esposados y llevados a un tanque de detención, donde les informaron que estaban buscando a un hombre llamado Jorge González, un nombre común que coincidió con el de su primo.
Dijeron que su nombre era bastante común y que coincidía con un nombre que estaban buscando. Entonces dijeron que no era él, pero que iban a tomar huellas dactilares para tratar de eliminarlo de sus problemas y ya está. Y nos dejaron ir, relató Durazo. Creo que es ridículo. Creo que deberían haber hecho un mejor trabajo. Creo que tenemos mucha tecnología que debería ayudarlos a identificar a las personas exactas.La experiencia ha dejado cicatrices profundas en la familia de Durazo. Su tía fue trasladada de emergencia al hospital debido a la intensa angustia emocional, mientras que su hijo, un joven deportista, lucha con el trauma y no ha podido regresar a la escuela.