Judith Shiley, una clienta habitual, recuerda con nostalgia el puesto de Mustaqeem: "Todo el mundo le echa de menos". Su desaparición a mediados de julio despertó la curiosidad de la comunidad. ¿Qué había pasado con el vendedor que, durante 15 años, había sido parte del paisaje del vecindario?
La respuesta es compleja. Mustaqeem sostiene que el ayuntamiento de San Diego ha estado actuando de manera arbitraria, implementando leyes restrictivas sobre la venta ambulante que considera injustas. Su demanda acusa a la ciudad de no respetar las disposiciones de la ley estatal, que despenaliza la venta ambulante.
“No soy un vendedor sin escrúpulos”, afirma Mustaqeem. Siempre exhibió su permiso de vendedor y su licencia comercial a la vista en su mesa, pero eso no evitó que la policía le confiscara sus bocadillos y un sobre con $1,200 dólares, según la demanda.
La situación se complica aún más al considerar que Mustaqeem fue citado en cuatro ocasiones entre el 29 de junio y el 9 de julio, a pesar de tener permiso. Una de las citaciones lo acusaba de no poder instalarse tres horas antes o una hora después de un evento o partido, su mejor momento para ganar dinero.
El ayuntamiento me aseguró que la licencia que me vendieron y el permiso de vendedor ambulante serían suficientes, dice Mustaqeem, Ahora viene la policía. Es casi una sensación de mala fe.La posibilidad de perder su permiso por recibir demasiadas citaciones lo obligó a abandonar su puesto desde el 10 de julio. Su negocio es su única fuente de ingresos, con el que sostiene a su esposa discapacitada y a sus dos hijos. La situación lo amenaza con perder su hogar.
A sus 65 años, Mustaqeem espera que un juez le permita seguir vendiendo en las calles del Petco Park hasta que se resuelva su disputa con la ciudad. No solo enfrenta la confiscación de sus productos, sino también $1,800 dólares en multas.