Las calles de Hoboken amanecieron convertidas en un torrente de agua. El asfalto, habitualmente un escenario de la vida cotidiana, se había transformado en un río desbordado, dejando a su paso un rastro de caos y sorpresa. El problema: una rotura en una tubería principal de agua, la arteria que abastece de este vital líquido a la ciudad, había desatado una inundación sin precedentes.
La madrugada del martes, mientras la mayoría dormía, la rotura de la tubería de 12 pulgadas en la intersección de las calles Clinton y Quinta desató un géiser de agua, obligando a las autoridades a tomar medidas inmediatas. Las imágenes aéreas mostraban un espectáculo dantesco: autos varados en medio del torrente, la fuerza del agua azotando las aceras y los esfuerzos de los equipos de reparación para contener el desastre.
Veolia Water NJ, la empresa responsable del suministro de agua, informó que su personal trabajaba sin descanso para aislar la tubería dañada, lo que permitiría restablecer la presión del agua en el resto del sistema. Afortunadamente, no se emitió una alerta de hervir el agua, tranquilizando a los residentes sobre la calidad del suministro.
La ciudad de Hoboken, con la colaboración de la policía local y NJ Transit, tomó medidas para mitigar los efectos de la inundación. La calle Clinton, entre las calles Cuarta y Sexta, fue cerrada al tráfico, mientras que los autobuses de NJ Transit fueron desviados para evitar que se vieran afectados por las inundaciones.