“Somos capaces de destruir todo lo que los sionistas poseen con una sola operación”, declaró el general Ali Fadavi, subcomandante en jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán. Este cuerpo de elite, encargado de salvaguardar la Revolución Islámica, controla el programa de misiles balísticos iraní, y su amenaza no se limita a palabras.
El comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, el general Hosein Salamí, aseguró que Israel cometió “otro error y sufrirán por ello”. “Nuestra respuesta será inimaginable”, sentenció Salamí, mientras que el jefe de la oficina del líder supremo de Irán, Ali Jameneí, declaró que su país planea dar “una respuesta feroz y contundente” a la “acción desesperada” de Israel.
Si bien la respuesta inicial de Irán fue cauta, el tono de las declaraciones ha ido en aumento, mostrando una determinación de responder a la agresión israelí. Las autoridades iraníes insisten en que el ataque se produjo en las provincias de Teherán, Ilam y Juzestán, y solo causó “daños limitados” a radares, además de provocar la muerte de cuatro militares y un civil. Sin embargo, medios estadounidenses han informado que imágenes de satélites muestran daños en centros militares de Shahroud y Khojir, ambos lugares conocidos por la producción de misiles.
El diario The New York Times asegura que Jameneí ordenó a su Consejo de Seguridad Nacional preparar un ataque a Israel, pues los daños a sus infraestructuras y las bajas fueron "demasiado grandes para ignorar". Según este medio, "no responder sería aceptar la derrota”.
La escalada de tensiones entre ambos países mantiene a la comunidad internacional con el aliento suspendido. La retórica agresiva y la preparación de acciones de represalia plantean la amenaza real de un conflicto a gran escala en la región.