El pequeño, originario de Chiva, fue hallado por un perro de rescate en una zona inundada de lodo, cerca de una autopista. Se presume que la fuerza del agua arrastró su cuerpo varios centenares de metros. Este hallazgo aumenta el número de fallecidos a 219, mientras que 93 personas siguen desaparecidas. La angustia se acentúa al saber que 54 cadáveres permanecen sin identificar en el Instituto Anatómico Forense de Valencia.
El desastre dejó una profunda huella en la región, con más de 4.600 edificios afectados en un área de 571 kilómetros cuadrados. Un tercio de los inmuebles sufrió inundaciones de entre 50 y 150 centímetros. El impacto en la economía valenciana, especialmente en el sector primario, es también devastador. Las pérdidas en la agricultura se estiman en 1.890 millones de euros, con las mayores afectaciones en cultivos de cítricos, caquis, hortalizas y aguacates.
La tragedia se vio empañada por la ola de pillajes que se registró en los pueblos afectados. 227 personas fueron detenidas por participar en actos de hurto y fueron ingresadas en prisión a la espera de la decisión judicial.
En medio del dolor y la incertidumbre, la controversia política no cesa. Diana Morant, ministra de Ciencia y líder del PSOE en Valencia, señaló directamente al gobierno autonómico por la mala gestión de la crisis. Por su parte, Salomé Pradas, consejera de Interior del gobierno valenciano, reconoció que se enteró de la existencia del sistema de alertas solo minutos antes de la crisis.