Un caso que ha mantenido en vilo a la comunidad de Florida durante más de tres décadas ha dado un giro inesperado. La historia gira en torno a un crimen que, por su naturaleza y circunstancias, ha dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de la región.
Sheila Keen-Warren, quien fue condenada por el asesinato de Marlene Warren en 1990, ha recuperado su libertad tras cumplir 18 meses de una sentencia que originalmente la habría llevado a pasar mucho más tiempo tras las rejas. Este desenlace se produce después de que Keen-Warren se declarara culpable de asesinato en segundo grado, un acuerdo que se alcanzó justo antes de que comenzara su juicio.
El crimen, que ocurrió en un contexto de confusión y miedo, se remonta a un día fatídico en el que una mujer vestida de payaso tocó la puerta de la casa de la víctima. Según el relato del hijo de Marlene, al abrir la puerta, su madre recibió un disparo en la cara, un acto que dejó a la familia devastada y a la comunidad en estado de shock.
Durante años, las sospechas sobre Sheila fueron creciendo, pero no fue hasta 27 años después que las pruebas de ADN la vincularon al crimen. Los testimonios de empleados de tiendas de disfraces y globos también jugaron un papel crucial, identificando a Sheila como la mujer que había adquirido el disfraz y los globos utilizados en el ataque.
El fiscal del condado de Palm Beach, Dave Aronberg, expresó su pesar por la situación, afirmando que “Sheila siempre será una asesina convicta confesa y llevará esa mancha todos los días por el resto de su vida”. Por su parte, el abogado de Keen-Warren defendió su decisión de aceptar el acuerdo de culpabilidad, argumentando que era la única forma de garantizar su libertad, evitando así una posible cadena perpetua.
El contexto del crimen también revela tensiones en la vida personal de Marlene, quien temía que su esposo, Michael Warren, estuviera involucrado en una aventura. A pesar de las sospechas, él nunca ha sido acusado y ha negado cualquier implicación en el asesinato.
Este caso, que ha sido objeto de atención mediática y especulación durante años, continúa generando debate y reflexión sobre la justicia y la memoria de las víctimas. La liberación de Sheila Keen-Warren marca un nuevo capítulo en una historia que, sin duda, seguirá resonando en la sociedad.