Ramírez destacó que aproximadamente el 26% de las personas desplazadas por la fuerza en la región son niños y niñas, lo que subraya la vulnerabilidad de este grupo ante el desplazamiento forzado. “La migración infantil es un llamado a la acción”, afirmó la especialista, quien enfatizó la necesidad de implementar medidas efectivas para proteger a estos menores en tránsito.
Entre los desafíos que enfrentan los niños migrantes, Ramírez mencionó la exposición a enfermedades prevenibles debido a la falta de acceso a servicios básicos como vacunación y atención médica. “La situación se agrava en movilidad, ya que estos menores son más propensos a sufrir accidentes y lesiones durante sus trayectos”, agregó.
Las cifras son contundentes: en 2020, 35 millones de niños y niñas vivían fuera de sus países de origen, lo que equivale a uno de cada 66 menores a nivel global. “Los niños migrantes son uno de los grupos de mayor crecimiento en el mundo, pero también los más excluidos de las políticas públicas”, subrayó Ramírez.
Para poner en perspectiva la magnitud de la migración, se estima que en 2020 había alrededor de 281 millones de migrantes internacionales, de los cuales 13% eran niños. Esta cifra representa un aumento significativo en comparación con años anteriores, con un crecimiento notable en el número de menores desplazados forzosamente debido a conflictos, violencia y crisis climáticas.
Ramírez concluyó su intervención señalando que el desplazamiento forzado ha aumentado más del doble desde 2010, con un incremento de más de 14 millones de niños en esta situación en solo tres años. La realidad de estos menores exige una respuesta urgente y coordinada por parte de los gobiernos y organizaciones internacionales.