La Casa Blanca, a través de la viceconsejera de Seguridad Nacional, Anne Neuberger, confirmó el viernes pasado un hecho preocupante: nueve empresas de telecomunicaciones estadounidenses han sido víctimas de una campaña de espionaje digital atribuida a China. Este ataque, bautizado como "Salt Typhoon", no se limita a Estados Unidos; se sabe que docenas de países han sufrido las consecuencias de esta avanzada operación.
El FBI, aunque no ha revelado públicamente los nombres de las empresas afectadas, ha señalado que “la mayoría de las personas afectadas están principalmente involucradas en actividades gubernamentales o políticas”. Esto sugiere que el objetivo principal era la intercepción de comunicaciones de altos funcionarios y figuras políticas, accediendo a mensajes de texto y conversaciones telefónicas privadas.
Según las autoridades, los hackers lograron comprometer las redes de las empresas para obtener registros de llamadas y acceder al contenido de las conversaciones. La magnitud del ataque es significativa, y aunque se desconoce el número exacto de estadounidenses afectados, Neuberger mencionó un "gran número" en la región de Washington-Virginia. Se cree que el objetivo de los piratas informáticos era identificar a los propietarios de los teléfonos y, en caso de ser "objetivos gubernamentales de interés", espiar sus comunicaciones.
El incidente ha generado una fuerte respuesta. Neuberger recalcó la necesidad de implementar medidas de ciberseguridad más estrictas en el sector de las telecomunicaciones. La Comisión Federal de Comunicaciones abordará este tema en una reunión próxima, mientras que el gobierno estadounidense planea tomar acciones adicionales en las próximas semanas, aunque los detalles aún no se han revelado.
A pesar de la gravedad de la situación, y de las fuertes sospechas que recaen sobre China, el gobierno chino ha negado cualquier responsabilidad en el ataque. Este caso subraya la necesidad de una mayor cooperación internacional para contrarrestar las amenazas cibernéticas y proteger la privacidad de los ciudadanos en un mundo cada vez más interconectado.