La carrera frenética por cerrar el año se mezcla con la anticipación, a veces ansiosa, de un nuevo comienzo. Pero, ¿es realmente necesario cargar con la pesada mochila de las resoluciones de Año Nuevo? La psicóloga Guadalupe Iglesias Ramírez, egresada de la UANL, nos ofrece una perspectiva diferente. Para ella, la magia de los propósitos no reside en la fecha, sino en la estrategia. "Es positivo aprovechar la fecha para hacer propósitos, pero esto se puede hacer en cualquier temporada del año", afirma.
La clave, según la experta, está en la moderación y el realismo. Olvídate de listas interminables e inalcanzables. Lo ideal, recomienda, es enfocarse en dos a cuatro propósitos concretos, que abarquen áreas importantes de tu vida: personal, profesional, relaciones y salud.
¿Cómo lograr que esos propósitos no se queden en el tintero? Iglesias Ramírez lo explica con claridad: "El propósito tiene que ser observable, alcanzable y realista. Una de las recomendaciones es que te pongas el propósito y lo dividas en varias metas. Plantéalo, escríbelo, divídelo, ponle tiempo y ejecútalo". Es decir, descomponer la meta principal en pasos pequeños y medibles.
La opinión en la calle es variada. Luis Lozano, al ser cuestionado sobre sus metas para el 2025, responde con una pragmática sinceridad: "Pues no estás viendo, compadre? Bajar de peso, con eso me conformo". Mientras que Noé de Jesús, otro ciudadano consultado, apuesta por una estrategia combinada: "Yo optaría por dieta y gimnasio, los dos, hacen buena combinación. Porque con una dieta balanceada puedes tener un buen físico, y al igual haciendo ejercicio vas a tener más volumen".
El ejemplo de la búsqueda de un físico ideal nos lleva a reflexionar sobre los costos involucrados. Los gimnasios en México, con precios que oscilan entre los 300 y 600 pesos mensuales, nos recuerdan que las metas saludables también implican consideraciones económicas. Comparar el costo mensual de un gimnasio con el precio de un refresco de 600 ml (alrededor de 21.50 pesos) pone en perspectiva la inversión necesaria para lograr objetivos de salud y bienestar.
En resumen, el enfoque no debería estar en la cantidad de propósitos, sino en la calidad de su planeación y ejecución. Un enfoque estratégico y realista puede marcar la diferencia entre una lista de buenos deseos y la consecución de metas significativas.