El martes pasado, la rutina del Capitolio se vio interrumpida. No por un debate político particularmente apasionado, ni por una votación crucial, sino por un hombre de 27 años, originario de Massachusetts, que logró acceder al edificio con un arma de fuego.
Según el reporte oficial de la Policía del Capitolio, el individuo fue detectado saliendo de la Biblioteca del Congreso, dirigiéndose a su vehículo. Fue ahí donde los agentes descubrieron una pistola escondida en su cintura. Afortunadamente, ningún incidente violento se registró y, según las autoridades, "no hay evidencia de que el hombre viniera a hacer daño al Congreso".
Pero, ¿cómo un hombre armado pudo ingresar al Capitolio? La respuesta nos lleva a un fallo en el procedimiento de seguridad. Un video de seguridad muestra al sujeto pasando por un punto de control. Los magnetómetros detectaron algo, lo que llevó a un “registro manual secundario” realizado por un agente de policía. A pesar de la alerta, el agente permitió el acceso del hombre al edificio.
Este incidente ha generado una ola de cuestionamientos. El agente en cuestión ha sido suspendido mientras se realiza una investigación interna, y la Policía del Capitolio ha anunciado una “revisión completa de este incidente, así como capacitación de actualización obligatoria sobre el control de seguridad”. Es una medida para evitar que se repita este fallo, subrayando la gravedad del suceso y el compromiso de la institución con la seguridad de sus instalaciones.
Las consecuencias legales para el individuo involucrado son claras: enfrenta cargos por llevar una pistola sin licencia, posesión de un arma de fuego no registrada, posesión ilegal de municiones y resistencia al arresto. Mientras tanto, los legisladores de la Cámara, específicamente el representante republicano Bryan Steil y el demócrata Joe Morelle, han expresado su decepción por el incidente, exigiendo una investigación exhaustiva de las prácticas de revisión de visitantes.
El episodio deja al descubierto la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad, incluso en un edificio tan emblemático como el Capitolio. El incidente, más allá de las implicaciones legales, plantea serias preguntas sobre los protocolos de seguridad y su efectividad.