En el centro de la controversia se encuentra la administración del presidente Donald Trump y sus políticas hídricas. Sus promesas de "abrir el agua" en California, lejos de ser recibidas con júbilo generalizado, han provocado un clima de tensión palpable en varias regiones.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército, siguiendo órdenes ejecutivas relacionadas con los incendios forestales —a pesar de que los principales ya están controlados—, liberó grandes cantidades de agua de los embalses de Sierra Nevada. Específicamente, se abrieron las presas Terminus en el lago Kaweah y Schafer en el lago Success. Esta acción, según informes de Politico, tomó por sorpresa a las autoridades locales.
Víctor Hernández, Maestro del Agua del Río Kaweah, describió la situación como “alarmante y aterradora”, debido a la escasa antelación con la que se les notificó la liberación del agua (apenas una hora). Esto obligó a realizar movimientos urgentes de equipos y alertar a los agricultores sobre posibles inundaciones.
La preocupación se centra en el impacto de esta liberación masiva de agua. No solo se cuestiona la necesidad de esta medida ante la contención de los incendios, sino que también se teme por el futuro del riego agrícola. Como señaló Hernández, “Necesitamos conservar todo lo que tenemos, porque potencialmente es agua de riego la que tenemos allí”.
Mientras el gobernador Gavin Newsom impulsa estrategias para una mejor recolección y almacenamiento del agua de lluvia, la narrativa de Trump contrasta fuertemente. A través de X (antes Twitter), el expresidente se atribuyó el mérito de la liberación del agua, calificándola de "hermoso flujo" y afirmando que habría evitado los incendios. Declaró el viernes: “Hoy, 1.600 millones de galones y, en tres días, serán 5.200 millones de galones… ¡No habría habido ningún incendio!”
La discrepancia entre las perspectivas y las consecuencias reales de estas decisiones sobre la gestión del agua en California plantean interrogantes sobre la planificación y la comunicación en la toma de decisiones a nivel estatal y federal. La situación continúa desarrollándose y se espera que sus efectos se sientan a largo plazo en la agricultura y el medio ambiente californianos.