La visita del Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, a Panamá este domingo, se vio eclipsada por las palabras del presidente Donald Trump. Desde la escalerilla de su avión, camino a su residencia en Mar-a-Lago, Florida, Trump lanzó una advertencia que resonó a nivel global: "Recuperaremos el Canal de Panamá, o algo muy potente va a pasar".
La afirmación se relaciona directamente con los Acuerdos Torrijos-Carter de 1977, que transfirieron la administración del Canal de Panamá a manos panameñas tras casi un siglo de control estadounidense. Trump, en reiteradas ocasiones, ha acusado a Panamá de "violar los tratados", basando sus alegatos en la presunta injerencia de China en la gestión del canal. Una acusación que el presidente panameño, José Raúl Mulino, ha desmentido categóricamente, incluso tras su encuentro con Rubio.
El comunicado del Departamento de Estado, emitido tras la reunión de Rubio con Mulino, reveló un cierto malestar por el "statu quo actual". Se menciona el compromiso de Panamá de priorizar el tránsito de buques estadounidenses, un aparente pequeño triunfo para la diplomacia estadounidense en medio de la creciente tensión. La visita de Rubio pretendía abordar estas inquietudes, pero las declaraciones de Trump parecen indicar que las negociaciones no han logrado aplacar las preocupaciones de la administración estadounidense.
La respuesta de Panamá ha sido contundente y reiterada. Mulino, en el Foro Económico Internacional de América Latina y el Caribe 2025, afirmó con firmeza: "El Canal de Panamá es y seguirá siendo de Panamá". Esta frase se ha convertido en un mantra para el gobierno panameño, enfatizando la soberanía nacional sobre esta importante infraestructura.
Los detalles del "algo muy potente" que Trump amenaza aún permanecen en el ámbito de la especulación. Lo que sí es claro es que esta situación ha elevado la tensión entre Estados Unidos y Panamá, y que las implicaciones geopolíticas de esta disputa podrían ser significativas para la región y para el comercio global.