La mujer que desafió la muerte: La escalofriante historia de la Momia de Mánchester

En este escenario, la historia de una mujer adinerada, heredera de una fortuna textil, se entrelaza con una peculiar fobia y un giro macabro que la convertiría en leyenda.
Hablamos de Hannah Beswick, nacida en 1688 en Cheetwood Old Hall. Hija de John y Patience Beswick, una familia acomodada en el próspero comercio textil de Lancashire, heredó una fortuna de miles de libras tras la muerte de su padre en 1706; una suma que hoy equivaldría a millones. Su vida, en apariencia tranquila en su mansión de Hollinwood, albergaba un secreto: un terror profundo al entierro prematuro.
Este miedo, no irracional considerando las limitaciones de la medicina de la época, se profundizó tras un incidente familiar. El funeral de su hermano, James Beswick, a principios de la década de 1750, sufrió un giro inesperado. Justo antes del entierro, se observó que James respiraba. El joven médico, Dr. Charles White, confirmó que seguía con vida. Esta experiencia traumática para Hannah, la marcó profundamente, impulsándola a tomar medidas drásticas para evitar un destino similar.
En su testamento, redactado en 1757, Hannah dejó £100 al Dr. White, estipulando que su cuerpo "no debía ser enterrado, sino conservado sobre la superficie indefinidamente". White, en lugar de optar por métodos convencionales para preservar su cuerpo, eligió la momificación. Inyectó trementina y bermellón, extrajo la sangre y órganos, y los volvió a colocar tras un tratamiento, sellándolos finalmente en un sarcófago de yeso de París. Así nació la Momia de Mánchester, una respuesta extrema a la tafofobia, y quizás, a una compleja disputa legal sobre la herencia.
La Momia de Manchester, exhibida primero en Anne Colts Hall y luego en la casa del Dr. White, fue una sensación en el siglo XIX, atrayendo visitantes que pagaban por ver a la extraña figura. Tras la muerte de White y de un segundo médico que la custodió, la momia fue donada al Museo de la Sociedad de Historia Natural de Mánchester, solo para ser finalmente sepultada en 1868, en el cementerio de Arbor Hay, poniendo fin a una historia que mezcla riqueza, miedo y una decisión médica peculiar en un contexto histórico fascinante. Los rumores sobre apariciones de su fantasma en Birchen Bower, su antigua residencia, persisten aún hoy.