Migrantes deportados en Panamá: desesperación tras liberación

Recientemente, 112 migrantes deportados de Estados Unidos, luego de un complejo acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos, Panamá y Costa Rica, fueron liberados de una estación migratoria en el Tapón del Darién. Estos individuos, provenientes principalmente de Afganistán e Irán, fueron parte de un grupo inicial de 299, con otros retornando voluntariamente a sus países de origen.
El Ministerio de Seguridad Pública de Panamá, a través del ministro Frank Ábrego, anunció que estos 112 migrantes cuentan con un permiso humanitario de 30 días, ampliable hasta 90, para gestionar su regreso a sus países de origen o buscar refugio en un tercer país. De acuerdo con el portavoz del ministerio, Aurelio Martínez, la permanencia en Panamá más allá de ese plazo se considerará ilegal, con las consiguientes consecuencias.
“Somos refugiados. No tenemos dinero. No podemos pagar un hotel en Ciudad de Panamá, no tenemos familiares”, declaró a la Associated Press Hayatullah Omagh, un afgano de 29 años que huyó de su país en 2022 tras la toma talibán, reflejando la situación desesperada de muchos.
La situación se complica aún más al considerar las condiciones precarias que describieron los migrantes en el campamento San Vicente, antes de su liberación. Según reportes, hubo escasez de alimentos, un clima sofocante y, en ocasiones, incidentes con las autoridades, como un disturbio generado por la retención de un celular. Además, abogados de derechos humanos documentaron casos de migrantes que necesitaban atención médica urgente, incluyendo una persona con vómitos constantes, otra con diabetes sin acceso a insulina y un caso de VIH sin medicación.
Entre los deportados se encuentran también personas de Pakistán, China, Nepal, Rusia y otros países, cada uno con su propia historia y desafíos. Muchos se encuentran sin recursos ni contactos en Panamá, enfrentando la incertidumbre de su futuro inmediato. La mayoría no cuenta con apoyo del gobierno Panameño para alojamiento durante los próximos días. Nikita Gaponov, un migrante ruso que huyó de la represión a la comunidad LGBTIQ+, resume el sentimiento general al afirmar: “Una vez que baje del autobús, dormiré en el suelo esta noche”.
El acuerdo entre la administración Trump, Panamá y Costa Rica, inicialmente concebido como un punto de tránsito para la repatriación, ha revelado complejidades inesperadas, dejando al descubierto la vulnerabilidad de quienes buscan refugio y la presión sobre los países de acogida.