Papa Francisco: salud, futuro de la Iglesia y un cónclave incierto

El 13 de marzo de 2013 marcó el inicio del pontificado de Papa Francisco. Doce años después, su cumpleaños número 88 lo encuentra en el hospital, recuperándose de problemas respiratorios. Esta situación, inevitablemente, ha puesto el futuro de la Iglesia Católica en el centro del debate global. Desde aquel balcón de la basílica de San Pedro, donde se presentó al mundo con su mensaje de "Iglesia pobre para los pobres,", ha emprendido una ambiciosa agenda de reformas.
Antes de su hospitalización el 14 de febrero, Francisco dio un paso significativo hacia su objetivo de mayor inclusión femenina: nombró a Raffaella Petrini como la primera mujer presidenta de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Este nombramiento, precedido por el de Simona Brambilla como prefecta del dicasterio de los Institutos de Vida Consagrada, marca un hito en la historia de la institución.
La transparencia económica también ha sido un pilar de su gestión. La creación de la Secretaría de Economía, que gestiona el patrimonio inmobiliario y los fondos vaticanos, ha traído mayor control y, crucialmente, publicidad a las cuentas. Medidas de austeridad para los cardenales y la búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento ante la disminución de donaciones completan este esfuerzo.
La lucha contra la pederastia ha sido otra batalla central. La Comisión Pontificia para la Protección de Menores, con su exigencia de informes anuales, es testigo de este compromiso. Si bien se han dado pasos importantes como la eliminación del secreto pontificio en estos casos, la implementación efectiva en las diócesis locales sigue siendo un desafío pendiente. La falta de rapidez y transparencia en la información sobre abusos y sentencias continúa siendo un punto crítico.
La nueva Constitución "Praedicate Evangelium", resultado de casi nueve años de trabajo, reforma la administración vaticana. La renovación del Colegio Cardenalicio, con un aumento significativo de representantes de Asia y África, refleja la visión de Francisco de una Iglesia menos "italiana" y más global. Sin embargo, la influencia de este cambio geográfico en el futuro cónclave permanece por verse.
Los cambios impulsados por Francisco, incluyendo su postura sobre las parejas homosexuales, han generado resistencia interna. Un sector ultraconservador de la Iglesia podría aprovechar el cónclave para frenar las reformas, posiblemente optando por un Papa de transición o uno menos inclinado a las transformaciones. El futuro, por lo tanto, se presenta como un terreno complejo e incierto para el catolicismo.