Recortes de Estados Unidos en la lucha contra las drogas amenazan con aumentar las sobredosis

El epicentro de esta crisis parece estar en las políticas de recorte presupuestario de Estados Unidos, específicamente bajo la administración Trump. Se estima que un 83% de los programas de ayuda exterior de la USAID fueron cancelados, dejando un vacío considerable en la financiación de iniciativas cruciales para la salud global.
Según Catherine Cook, de la ONG Harm Reduction International (HRI), los recortes afectan principalmente a países de África Subsahariana y algunas naciones asiáticas, como India. La consecuencia directa es el cierre de decenas de clínicas en países como Kenia y Zambia, y la suspensión de programas de intercambio de jeringuillas en Nigeria. Estas acciones, argumenta Cook, han generado un aumento alarmante en las muertes por sobredosis.
¿Cuál es la raíz del problema? La "reducción de daños", un modelo avalado por la OMS, se ve seriamente comprometido. Este enfoque, que incluye estrategias como programas de jeringuillas esterilizadas y acceso a tratamientos de sustitución de opioides, ha demostrado ser eficaz en la prevención de enfermedades como el VIH y la hepatitis C, además de reducir la mortalidad entre consumidores de drogas. Su debilitamiento por la falta de fondos representa un retroceso significativo.
Un informe de la Red Internacional de Personas que Usan Drogas (INPUD) revela datos alarmantes: el 77% de las organizaciones encuestadas reportaron interrupciones graves en sus programas, lo que se traduce en un incremento del uso de jeringuillas contaminadas y una mayor exposición a enfermedades infecciosas. La situación, según el informe, es crítica y de consecuencias devastadoras.
La ONU, a través de la voz de Ghada Waly, directora general de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), expresa su preocupación por el aislacionismo de algunos países y la reducción de la cooperación internacional. Waly alerta sobre las graves implicaciones para el problema mundial de las drogas, destacando que la reducción de fondos pone en riesgo la capacidad de la ONUDD para vigilar cultivos ilícitos y rastrear el tráfico de drogas, afectando incluso la expansión de tratamientos para la drogodependencia.
La situación, en resumen, pinta un panorama sombrío. La falta de recursos, combinada con políticas restrictivas, pone en jaque la salud pública global y amenaza con revertir años de progreso en la lucha contra el consumo de drogas y sus consecuencias devastadoras.