El peligroso viaje de niños no acompañados: aumento alarmante en frontera de Estados Unidos

Miles de niños, con edades entre 0 y 17 años, llegan anualmente a la frontera de Estados Unidos sin compañía adulta. Las cifras, según datos de la Administración de Asuntos de Niños y Familias, muestran un incremento alarmante: de 16,834 en 2020 a más de 107,000 en 2021, manteniéndose altas en años subsecuentes. Hasta febrero de 2025, ya se habían registrado aproximadamente 23,072 casos. Este aumento coincide con políticas migratorias que han generado preocupación en organizaciones dedicadas a la protección de menores.
La decisión de emprender este viaje peligroso no siempre parte de los padres. “A veces, tal vez tienes un padre que está en Estados Unidos y se da cuenta de lo peligroso que es para el niño en el país de origen…”, explica Jennifer Podkul, abogada y jefa de Defensa Global de KIND (Kids in Need of Defense). En otros casos, la iniciativa proviene del propio menor, buscando escapar de situaciones de riesgo, como el reclutamiento forzado por pandillas, como relata Podkul: “Recuerdo haber hablado con un niño de 11 años que dijo que estaba empezando a tener la edad en la que las pandillas querían empezar a reclutarlo.”
El viaje en sí es una prueba de supervivencia. Los peligros incluyen la travesía por territorios inhóspitos, la amenaza de caer en manos de traficantes de personas, y la escasez de agua y alimentos. Al llegar a Estados Unidos, el proceso legal se presenta como un nuevo obstáculo. Podkul destaca: “El entorno hostil… ha sido muy difícil para cualquiera que intente venir y pedir protección en Estados Unidos.” La detención y un largo proceso judicial son una realidad para estos menores.
Una vez detenidos, los niños son trasladados a la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR), donde reciben atención básica mientras se busca un patrocinador. Sin embargo, el contacto inicial con agentes fronterizos es crucial, ya que “cualquier cosa que le diga al agente puede usarse en su contra en el tribunal de inmigración”, advierte Podkul. El proceso legal posterior es complejo e implica la búsqueda de un tutor, la presentación de una solicitud de asilo o visa, y la comparecencia ante un juez de inmigración. El 98% de los niños con representación legal se presentan a sus audiencias, según Wendy Young, presidenta de KIND, lo que subraya la importancia del acceso a abogados.
El sistema judicial, sin la asistencia adecuada, presenta un riesgo significativo para estos menores. “Es un proceso traumático”, recalca Podkul, describiendo la dificultad de los niños para narrar sus experiencias traumáticas de manera efectiva ante un juez. La falta de acceso a abogados y trabajadores sociales incrementa la probabilidad de que estos niños caigan en situaciones de vulnerabilidad, quedando en el limbo legal y expuestos a la explotación. Organizaciones como KIND trabajan para garantizar que estos menores no se pierdan en las grietas del sistema, procurando su seguridad y acceso a justicia.
La complejidad del proceso pone de manifiesto las fragilidades de un sistema que, en ocasiones, deja a los niños más vulnerables expuestos a mayores peligros.