Los Ángeles: protestas contra redadas migratorias terminan en enfrentamientos

El epicentro fue el Ayuntamiento, donde cientos de personas, familias enteras con niños pequeños, se congregaron para expresar su repudio a las recientes redadas migratorias. Entre ellos, Beatriz Feliz, ciudadana estadounidense de raíces mexicanas, compartió con EFE su testimonio: "Mi mamá fue indocumentada y hoy vengo aquí para defender a nuestra gente". Su hijo Randy, de 9 años, la acompañaba, una imagen que resonó profundamente en muchos presentes.
La protesta, inicialmente pacífica, se intensificó. El grito unánime de “¡Qué vergüenza!” retumbó al acercarse a un grupo de miembros de la Guardia Nacional, desplegados por orden del presidente Donald Trump. El Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) declaró la manifestación como "asamblea ilegal", lo que derivó en enfrentamientos y el uso de gases lacrimógenos por parte de la policía. El lanzamiento de confeti y algunas botellas de agua por parte de los manifestantes, en respuesta a las acciones policiales, fue un detalle que llamó la atención.
La situación escaló cuando un grupo de manifestantes bloqueó la Autopista 101 durante varias horas, generando un caos vial. Isabella García, una terapeuta de 32 años, explicó a EFE: "Como pueden ver estamos tranquilos, solo queremos expresar nuestro enojo por todo esto, queremos decirle a Trump que aquí no vamos a tolerar que venga a destruir a las familias". Su cartel, "Mi papá trabaja más que tú, presidente", resume el sentimiento de muchos.
La diversidad de la comunidad angelina quedó plasmada en las banderas de diferentes países, incluyendo la estadounidense, presentes en la marcha. Se estima que alrededor de un millón de indocumentados, en su mayoría trabajadores, viven en el condado de Los Ángeles. Este dato, según García, es el mensaje más importante para la Casa Blanca: "La mayoría de inmigrantes son trabajadores, no criminales".
Mientras el presidente Trump culpaba a la "izquierda radical", Pamela Smith, una manifestante, contrarrestó con firmeza: "Es un pequeño dictador, no va a poder desestabilizar a California, aquí estamos unidos y vamos a defender nuestros derechos civiles y uno de esos es el derecho a la protesta y el derecho a la libre expresión".
A pesar de la tensión, la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, llamó a la calma y reafirmó el compromiso de la ciudad con sus residentes. El gobernador Gavin Newsom, por su parte, instó a la no violencia y a mantener el enfoque en el mensaje, recalcando la contribución económica de California al gobierno federal.
El LAPD informó que se estaban llevando a cabo investigaciones y que no se habían confirmado arrestos hasta el momento. La imagen de una ciudad dividida, pero también unida en su lucha por los derechos de los inmigrantes, quedó impresa en la memoria de la ciudad.