La designación de Jesús Ramírez Cuevas como coordinador de asesores de Claudia Sheinbaum, de confirmarse, no solo representa un cambio en la estructura del equipo de la futura mandataria, sino que también abre un capítulo de intrigas y tensiones en la política mexicana.
Si bien desde el equipo de transición se restan importancia a la designación, el hecho de que Ramírez Cuevas sea un informante cercano a López Obrador y que su puesto carezca de fuero, habla de una clara estrategia del actual presidente por mantener una línea de control sobre la administración de Sheinbaum.
La elección de Ramírez Cuevas no es un acto de consenso, pues incluso en el entorno de Sheinbaum se le califica como un "activo tóxico" debido a sus fuertes disputas con los medios de comunicación. La ausencia de Ramírez en el equipo de Clara Brugada, otra figura con aspiraciones presidenciales, refuerza la idea de que su designación tiene más que ver con la influencia de López Obrador que con la afinidad de Sheinbaum.
A su vez, la llegada de Ramírez Cuevas también podría significar un cambio en la dinámica de la comunicación del gobierno, ya que se espera que impulse a algunos de los consejeros más radicales de López Obrador, como Rafael Barajas y Epigmenio Ibarra, dentro del círculo cercano de la futura mandataria. Esta línea de acción se confirma con la reciente estrategia mediática que Ramírez Cuevas implementó para impulsar la ratificación de Manuel Bartlett en la CFE, a pesar de las controversias por su patrimonio.
La decisión final de Sheinbaum de designar a una técnica en la empresa estatal de electricidad, en lugar de Bartlett, demuestra que aún conserva cierto margen de independencia. Sin embargo, la presencia de Ramírez Cuevas como coordinador de asesores, sumado a su fuerte influencia sobre la conferencia matutina y la posible llegada de Pablo Iglesias a México, proyecta un panorama político complejo, donde las tensiones entre las facciones del partido en el poder podrían ser un factor determinante en la gestión de Sheinbaum.