En una conferencia de prensa, Salazar enfatizó que si la reforma no se lleva a cabo de la manera correcta, podría tener “muchísimo daño” en la relación entre ambos países.
El diplomático estadounidense, en su residencia oficial en la Ciudad de México, dejó en claro su respeto por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por la presidenta electa Claudia Sheinbaum, así como por la soberanía nacional. A pesar de las recientes tensiones, Salazar insistió en que México y Estados Unidos son "una familia" con una historia y una relación “complicada”.
“Lo de la reforma judicial, muy claramente, es decisión del gobierno de México y respetamos la soberanía de México”, afirmó Salazar. Sin embargo, el embajador reiteró sus preocupaciones sobre la reforma, asegurando que tanto él como su gobierno coinciden en que se necesitan cambios para fortalecer el Poder Judicial mexicano.
"El punto número dos, es que estoy en acuerdo en que sí se tienen que hacer reformas para fortalecer la Corte. El punto tres, donde se ha hecho tanto debate que de veras no entiendo, es que si no se hace de la mejor manera, puede traer muchísimo daño en la relación", explicó Salazar.
El embajador aclaró que sus declaraciones no son una intromisión en la soberanía mexicana, sino que reflejan las preocupaciones de muchos ciudadanos estadounidenses que buscan una buena relación con México. Salazar también mencionó que, a pesar de la pausa en las relaciones con su oficina declarada por López Obrador, continúa trabajando con el gobierno mexicano y que seguirá haciéndolo.
Sobre la extradición de Osiel Cárdenas y el caso de Ismael “El Mayo” Zambada, Salazar aseguró que la cooperación binacional en seguridad continúa. "Los Chapitos siguen en la cárcel", recalcó, dejando claro que Estados Unidos no ha dejado de colaborar con México en la lucha contra el crimen organizado.
Las declaraciones de Salazar dejan entrever la complejidad de la relación entre México y Estados Unidos, donde la reforma judicial se ha convertido en un punto de fricción entre ambos países. Mientras que el gobierno mexicano defiende su soberanía, Estados Unidos busca garantizar que la reforma judicial se lleve a cabo de manera que fortalezca la justicia y no impacte negativamente en la relación bilateral.