No con la opulencia de un imperio, sino con la solemnidad de un nuevo nacimiento. Ese día, se firmó en el antiguo templo de San Pedro y San Pablo la primera Constitución de la nación independiente, un documento que marcó un antes y un después en la historia de México.
En un país fragmentado, con heridas aún frescas de la lucha por la independencia, la Constitución de 1824 fue un pacto audaz. Un acuerdo federal que, en palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum, "armó una república" uniendo desde "los suelos tostados de Veracruz con el esplendoroso desierto de Sonora".
¿Qué hizo tan importante a este documento?
* Un nuevo modelo de nación. La Constitución de 1824 dejó atrás el pasado virreinal y el breve imperio de Agustín de Iturbide, reconociendo la igualdad de las entidades federativas. Fue el nacimiento de un México unido por un ideal común.
* La división de poderes. Se establecieron los tres pilares de nuestro sistema democrático: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Una división que buscaba un equilibrio de poder y evitar la concentración de autoridad en un solo ente.
* Derechos y soberanía. La Constitución sentó las bases para la protección de los derechos ciudadanos y el ejercicio de la soberanía nacional, elementos claves para construir una sociedad justa y libre.
Hoy, 200 años después, la Constitución de 1824 sigue siendo un referente de la identidad nacional mexicana. Un legado que nos recuerda el esfuerzo de nuestros antepasados por construir una nación libre y justa. Como dijo Claudia Sheinbaum, "debemos voltear a aquellos constituyentes de 1824 y reconocer su valía".