La noticia del fallecimiento de un joven de 13 años, presuntamente víctima del dengue hemorrágico, cimbró la comunidad. Su partida, ocurrida el pasado viernes, dejó un vacío que se mezclaba con la inquietud por la proliferación de casos en el sector.
Los vecinos, conmocionados por la pérdida, apuntaban a la maleza y hierba que se extendía por la zona como un posible detonante del brote. La falta de limpieza y control en la maleza, un caldo de cultivo para los mosquitos transmisores del dengue, se convertía en una amenaza latente para la salud de los habitantes.
La muerte del joven, estudiante de la secundaria Gustavo Díaz Ordaz, encendió las alarmas. Incluso se rumoraba que en el propio plantel educativo, ubicado sobre la calle La Gabia, existían casos activos del virus.
La tragedia del joven de 13 años no solo era una pérdida personal, sino también un reflejo del descuido que imperaba en el sector, y que se traducía en un riesgo para la salud de la comunidad. La colonia Aztlán se enfrentaba a una situación preocupante, donde la muerte de un niño era un sombrío recordatorio de la urgencia de tomar medidas preventivas.