Sus voces, resonantes en el corazón de Jalisco, buscan romper el silencio que los ha envuelto durante demasiado tiempo.
Los wixáritari, guardianes de tradiciones milenarias, ven cómo la violencia los acecha desde las sombras. Sus territorios, que se extienden por un vasto polígono de 75 mil hectáreas, se han convertido en un escenario de miedo.
“Las amenazas a nuestra vida y nuestra cultura son constantes”, declara un líder wixárika. “No podemos seguir viviendo con el miedo constante a la violencia, a los secuestros y a la muerte. Necesitamos que el gobierno nos proteja, que nos brinde seguridad y nos permita vivir en paz”.
El reciente secuestro de cinco comuneros, víctimas de grupos armados que operan en la zona, ha sido el detonante de esta poderosa demanda. La comunidad wixárika no solo busca protección, sino que exige el reconocimiento de su libre determinación y autonomía.
“Nuestra lucha no es solo por nuestra seguridad, sino también por la preservación de nuestra identidad y nuestras tradiciones”, añade otro wixárika.
Las peticiones de la comunidad son claras y contundentes:
- Un plan emergente de seguridad: La instalación de una base militar o de la Guardia Nacional en Las Cabezas, un paraje de La Cebolleta en Tatei Kie, se ha convertido en una necesidad urgente.
- Servicios sociales básicos: La comunidad wixárika reclama el acceso a la energía eléctrica, a la salud y a programas sociales que les permitan mejorar sus condiciones de vida.
- Presencia policial constante: La comunidad exige la presencia permanente de la policía estatal en las áreas más afectadas por la inseguridad, con más patrullas y personal que realice recorridos diarios.
- Un sistema de red de radiocomunicación: La creación de una red de radiocomunicación permitirá una comunicación directa con los cuerpos de seguridad federal y estatal, mejorando la respuesta ante emergencias y fortaleciendo la seguridad comunitaria.