El acoso, desde miradas lascivas hasta contacto físico no deseado, es una realidad para el 95% de las mujeres, según el Instituto de las Mujeres (Inmujeres).
Esta problemática no solo se reduce a una sensación de inseguridad, sino que tiene un profundo impacto psicológico en las víctimas. Citlalli Pacheco, psicóloga especializada en violencia de género, explica que el acoso genera miedo, afecta la autoestima y la sensación de seguridad.
La percepción de inseguridad en el transporte público es alarmante: siete de cada diez mujeres se sienten inseguras en este medio de transporte, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM). Y aunque se han implementado medidas como vagones exclusivos y cámaras de vigilancia, los reportes de acoso siguen aumentando.
Entre 2019 y enero de 2024, el Consejo Ciudadano registró 32 mil 822 reportes por violencia familiar o delitos sexuales, de los cuales más del 90% fueron contra mujeres.
Mónica, una usuaria del transporte público de 28 años, compartió su experiencia: “El otro día, viajando en Pino Suárez, un hombre se acercó demasiado y comenzó a hacerme comentarios inadecuados. Me sentí tan vulnerable y sin saber qué hacer. Nadie se atreve a intervenir, y muchas veces las autoridades no responden como uno quisiera. Uno se siente atrapado, como si no hubiera salida”.
La falta de denuncia por parte de las víctimas es un obstáculo crucial para combatir el acoso. Muchas mujeres temen represalias o no confían en las autoridades. A pesar de que en 2022 se recibieron 5 mil 562 denuncias por acoso sexual en el transporte público, se estima que el número real es mucho mayor.
La Secretaría de las Mujeres ofrece a las víctimas de acoso el número de emergencia 911, la palanca de emergencia en los vagones y los Módulos Viaja Segura en estaciones del Metro como Hidalgo, Balderas y Pantitlán.
Es necesario un enfoque integral que incluya no solo medidas de seguridad, sino también un cambio cultural que combata la normalización del acoso hacia las mujeres.