La violencia, en particular la que se traduce en feminicidio, se ha colado en los espacios que deberían ser seguros: los hogares. Un informe reciente del colectivo Aquí Estamos ha destapado una escalofriante verdad. Las estadísticas son contundentes: en los últimos años se registraron 389 feminicidios de niñas y adolescentes en México, y la casa ya no es un refugio seguro. La investigación revela que la mayoría de estos crímenes ocurren en el ámbito privado, y los perpetradores son, en muchos casos, personas cercanas a las víctimas.
El informe detalla que 128 niñas y adolescentes fueron asesinadas en sus propias casas, 30 de ellas a manos de sus padrastros. Otras 55 menores fueron asesinadas por familiares, tíos, hermanos, madres, ex parejas o conocidos de la familia, vecinos o amigos. La crueldad se extiende a todas las edades: niñas de 2 años fueron las más vulnerables, con 22 feminicidios.
La investigación también identifica los estados con mayores índices de feminicidio de menores: Estado de México (75 casos), Veracruz (35), Puebla (28), Jalisco (21) y Ciudad de México (19).
Aunque el número de feminicidios de menores ha disminuido desde 2022, la situación sigue siendo crítica. Del 1 de enero al 30 de septiembre de 2024, se documentaron 44 feminicidios de niñas y adolescentes.
Las cifras son alarmantes, pero la investigación de Aquí Estamos ofrece una mirada más profunda a un problema que afecta a toda la sociedad. La lucha por la seguridad de las menores no solo requiere leyes más severas, sino un cambio cultural que erradique la violencia de raíz.