La última vez que se supo de ella fue cuando se dirigía a su hogar, luego de haber compartido su ubicación en tiempo real cerca del Estadio Olímpico Universitario.
La historia de Dulce Melany se vuelve aún más inquietante por los detalles que la rodean. Su familia perdió contacto con ella cuando su dispositivo móvil dejó de emitir señal. Al acudir a las autoridades, la familia de Dulce Melany encontró un muro de indiferencia. La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México mostró una reticencia inusual a brindar apoyo, lo que generó una profunda frustración en los familiares de la joven.
La Ciudad de México se encuentra en vilo ante un nuevo caso de desaparición. Dulce Melany Figueroa Anaya, una joven de 18 años, desapareció el pasado 27 de octubre en las inmediaciones de Ciudad Universitaria.
En la ficha de búsqueda emitida, se detalla que Dulce Melany tiene un tatuaje con las letras "NK" en el antebrazo interno, una perforación en la nariz y una cicatriz vertical en el mismo antebrazo. Además, presenta marcas de acné en el rostro y el pecho, y su cabello está teñido de rosa. En el momento de su desaparición, la joven vestía una sudadera y camiseta negras, pantalón de mezclilla azul claro y calzado deportivo.
El misterio se intensifica con las declaraciones de Erick Figueroa, padre de Dulce Melany. Él denunció en su perfil de Facebook la dificultad para acceder a las grabaciones de las cámaras de vigilancia de la zona, ya que, según él, las imágenes no arrojaban información sobre el paradero de su hija.
A esto se suma un dato aún más desconcertante: las autoridades presentaron una fotografía de Dulce Melany sosteniendo un cartel que supuestamente afirmaba que había abandonado su hogar por voluntad propia. El padre de la joven desmintió la autenticidad de la imagen, argumentando que la escritura del letrero no coincidía con la de su hija.
Con la incertidumbre flotando en el aire, la familia de Dulce Melany exige respuestas a las autoridades. El caso, que ha conmocionado a la capital mexicana, sigue sin resolverse, dejando a la familia en un limbo de angustia y desesperación.