Estas personas, reconocidas por su identidad de género fluida, no solo encuentran en esta fiesta un espacio de visibilidad, sino que son celebrados y valorados por su contribución vital a la vida social y cultural de la comunidad.
La historia de esta festividad tiene sus raíces en la necesidad de los 'muxes' de crear un espacio propio tras ser excluidos de las tradicionales festividades patronales. Así nació una celebración que no solo reivindica su lugar, sino que lo exalta, reconociendo a los 'muxes' como pilares de la sociedad juchiteca. Un acto simbólico de esta integración y afirmación de identidad es la *regada de frutas*, en la que los mayordomos y la reina de la vela recorren la ciudad entregando productos a los asistentes, un gesto que, más allá de la generosidad, reafirma el valor de la comunidad 'muxe' en cada rincón de la ciudad.
El evento se desarrolla a lo largo de una noche llena de tradiciones y color. La festividad comienza con una misa en la iglesia local, que marca el inicio de una velada vibrante, en la que las "velas" —fiestas nocturnas organizadas por miembros del comité— invitan a amigos y familiares a compartir, bailar y celebrar. Un cartón de cerveza en mano es la señal de bienvenida, simbolizando la apertura y hospitalidad característica de este pueblo.
La pasarela de los 'muxes', ataviados con trajes regionales y vestimentas diversas, se convierte en un espectáculo de orgullo y alegría. Entre la música tradicional y el bullicio de la fiesta, el evento culmina con la coronación de Nahomy Primera, un momento cargado de emoción, en el que se reconoce la belleza y el poder de la identidad muxe. Este acto no solo es una celebración de la diversidad, sino también un recordatorio de la importancia de preservar las tradiciones de Juchitán, al tiempo que se abraza y celebra la pluralidad de géneros.
La fiesta 'muxe' no es solo un evento, sino un acto de resistencia cultural. Es una reafirmación de que, en Juchitán, la diversidad de género no solo se acepta, sino que se celebra como parte fundamental de su esencia. A través de esta festividad, se construye un puente entre el pasado y el presente, donde las tradiciones zapotecas se entrelazan con la diversidad y la inclusión, creando un espacio único de convivencia y respeto mutuo.