Basándose en videos y fotografías presentados por el medio, expertos del gobierno concluyeron que la evidencia no cumple con los estándares científicos ni operativos necesarios para sustentar las afirmaciones sobre la síntesis del potente opioide en el lugar descrito.
Los análisis realizados por las autoridades destacan inconsistencias en el equipo, los métodos y las sustancias químicas utilizadas, que no corresponden a los procesos reales para la elaboración de clorhidrato de fentanilo. Además, se señala la falta de medidas de seguridad adecuadas y la propagación de ideas sin fundamento, como la supuesta "tolerancia" a una droga letal. Estas omisiones, según el gobierno, perpetúan una narrativa sensacionalista que no solo desinforma, sino que banaliza los riesgos reales del fentanilo.
En respuesta, la administración destacó su compromiso con el combate al tráfico y consumo de opioides, recordando los esfuerzos en desmantelar laboratorios y prevenir el desvío de precursores químicos. Asimismo, se anunció una campaña próxima para informar sobre los peligros del fentanilo, en un esfuerzo conjunto entre las autoridades sanitarias y de seguridad pública. El objetivo es frenar tanto el uso ilícito como las percepciones erróneas que surgen de información no corroborada.
La discusión también abrió un debate más amplio sobre el rol de los medios internacionales y su obligación de presentar información veraz y sustentada. En este contexto, la presidenta enfatizó la importancia de separar la ficción mediática de los hechos científicos, subrayando que la lucha contra las drogas no solo requiere acciones legales, sino también un discurso público responsable. ¿Estamos dispuestos, como sociedad, a exigir mayor rigor en la información que consumimos sobre problemas tan críticos?