La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, durante su conferencia matutina del 17 de enero de 2025, presentó un balance sobre la situación de seguridad en Sinaloa. Las cifras son contundentes a primera vista: casi 50 objetivos prioritarios detenidos, 400 vehículos asegurados y más de 600 armas de fuego de alto poder incautadas desde octubre de 2024. A esto se suma una aparente disminución en los homicidios, con días incluso sin víctimas. Un dato, sin embargo, rompe la aparente tranquilidad: un reciente repunte a cinco homicidios en un solo día.
Pero, ¿qué hay detrás de estas cifras? La falta de detalles genera más preguntas que respuestas. "¿Quiénes son esos 'objetivos prioritarios'?", se preguntan muchos. ¿Se trata de líderes de alto rango o de piezas menores en la compleja maquinaria del crimen organizado? La respuesta, lamentablemente, no está en el reporte oficial.
De igual manera, el aseguramiento de vehículos y armas, aunque significativo, no ofrece un panorama completo. "¿Se trató de un golpe certero al flujo de recursos, o simplemente de la incautación de material obsoleto?". La falta de información precisa nos deja en la incógnita.
Una notable ausencia en el reporte es la mención del tráfico de fentanilo. El silencio sobre este tema crucial, especialmente considerando la presión de la administración de Donald Trump en Estados Unidos, es llamativo y genera desconfianza. La narrativa oficial, por sí sola, resulta insuficiente.
La información oficial carece de la transparencia necesaria para una valoración objetiva. Se necesitan datos verificables, independientes del gobierno, para evaluar si la disminución de la violencia representa un verdadero debilitamiento del crimen organizado o tan solo un cambio estratégico, un reacomodo temporal de las fuerzas criminales. Sólo un análisis exhaustivo y objetivo podrá revelar la verdadera naturaleza de esta aparente calma en Sinaloa.