El epicentro de esta inquietud es la creciente ola de violencia que sacude Sinaloa desde septiembre pasado. Más de 700 muertos, alrededor de mil desaparecidos y 2500 vehículos robados son solo cifras frías que no alcanzan a reflejar el sufrimiento humano detrás de cada estadística. La situación ha escalado a un punto crítico, detonada por la disputa entre dos facciones del cártel de Sinaloa, "Los Chapitos" y "Los Mayitos", desencadenada tras la captura de Ismael "El Mayo" Zambada en julio de 2024.
Pero la violencia no es un ente abstracto. Tiene rostro y nombre. "Con los niños, no", se escuchaba repetidamente en las protestas, un grito desgarrador que resonaba con la memoria fresca del asesinato del padre Antonio Sarmiento y sus dos hijos, Alexander y Gael, el pasado 19 de enero. Este trágico suceso fue el detonante que encendió la mecha de una segunda movilización masiva, igualando en magnitud a la del jueves anterior.
Miles de culiacanenses, un mar humano vestido principalmente de blanco, marcharon el pasado fin de semana. Sus reclamos se dirigían al gobernador morenista, Rubén Rocha Moya, a quien acusan de incapacidad para controlar la situación. La indignación era palpable; se coreaban frases como "Fuera Rocha" y "El pueblo pone, el pueblo quita". La marcha, que inició en las escalinatas de la catedral de Culiacán, terminó frente al palacio municipal, donde las paredes se vistieron con pancartas que reflejaban la desesperación y el hartazgo ciudadano.
La protesta no estuvo exenta de tensión. Hubo intentos de ingresar a la fuerza al palacio municipal, pero la mayoría de los manifestantes se pronunció en contra de la violencia. Incluso, Jassil Leticia Trujillo, esposa de un desaparecido, imploró calma a la multitud, una escena conmovedora que reflejó la fragilidad ante una situación tan compleja.
El impacto de la inseguridad se extiende más allá de los titulares. La economía de Culiacán se resiente.
- El cierre de negocios es alarmante; la Unión de Locatarios estima al menos 120 establecimientos cerrados, con la posibilidad de que se sumen 300 más en los próximos dos meses.
- El turismo se ha desplomado, afectando gravemente al sector hotelero y gastronómico.
- La agricultura enfrenta extorsiones que amenazan la producción y distribución de alimentos.
- La inversión, tanto nacional como extranjera, se ha paralizado ante la inestabilidad.
La piñata con la efigie del gobernador, incendiada al final de la marcha, simboliza la frustración y la demanda urgente de un cambio.