Ciudad Juárez: la frontera que dejó de ser paso y se convirtió en hogar

Lo que se anticipó como una crisis migratoria sin precedentes bajo la era Trump se ha convertido en un escenario distinto: estancamiento, replanteamientos y, para algunos, un nuevo comienzo en suelo mexicano.
"Aquí ya no se trata solo de esperar el momento para cruzar. Muchos han entendido que su futuro podría estar aquí mismo", comenta Daniel Soto, un enfermero venezolano que llegó en 2018 y ahora trabaja brindando atención médica a otros migrantes. Su historia refleja un cambio clave: la frontera ya no es solo un paso, sino un lugar para quedarse.
Los números lo confirman. Según datos del Consejo Estatal de Población, los albergues en la ciudad operan al 10% de su capacidad, una caída drástica comparada con los más de mil migrantes que llegaron a alojarse durante los momentos más críticos. Ivonne López, trabajadora social de la Casa del Migrante, lo explica sin rodeos: "Antes no había espacio. Hoy, la mayoría prefiere rentar o volver a sus países antes que seguir esperando un cambio en las políticas de EE.UU.".
Mientras tanto, las patrullas estatales recorren zonas como Anapra, históricamente vinculada al tráfico de personas. El "Operativo Espejo", coordinado con autoridades estadounidenses, ha reducido los rescates de migrantes, pero según el comandante Benjamín Esparza, "ahora enfrentamos otros delitos, como secuestros". El helicóptero que sobrevuela el desierto cerca del muro ya no busca grandes grupos, sino movimientos furtivos en un paisaje cada vez más quieto.
El comedor vacío de "El Punto", los dormitorios sin ocupar y las calles donde antes se agolpaban familias enteras son ahora testigos mudos de una paradoja: el muro sigue en pie, pero la urgencia por cruzarlo se ha diluido. Para muchos, la espera terminó. Otros, simplemente, aprendieron a vivir con ella.