Don Fito Monroy: Ayudar me hace feliz

Entre el folclor mexicano, el apoyo a la educación así como a los Bomberos desarrolla su vida diaria don Rodolfo Monroy Rivera, quien señala que el mayor ejemplo de ayuda a los demás fueron sus padres Juan Monroy y Elvira de Monroy

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Nogales

Entre el folclor mexicano, el apoyo a la educación así como a los Bomberos desarrolla su vida diaria don Rodolfo Monroy Rivera, quien señala que el mayor ejemplo de ayuda a los demás fueron sus padres Juan Monroy y Elvira de Monroy.

Don Fito, como se le conoce popularmente, narra cómo nunca le gustó la escuela, por lo que solo llegó a estudiar hasta sexto grado de primaria y se dedicó a trabajar en las curios de su hermano Héctor así como en el restaurante Elvira´s de su mamá, que actualmente conserva la misma ubicación de hace casi 85 años en la avenida Álvaro Obregón número uno.
Sin ningún titubeo o sentimiento de arrepentimiento señala: no estudié, porque no me gustó la escuela”.
Comenta que nació en 1930 y salió de su casa para casarse en 1950 con Conchita de Monroy.
Respecto a sus primeros años de vida don Fito cuenta que estudió en la escuela del Sagrado Corazón de Nogales, Arizona, ahí aprendí todos los rezos del mundo, pero no me gustaba la escuela, luego me mandaron a una escuela que se llamaba Roosevelt pero ahí en una ocasión me hicieron bullying, estaba tomando agua y llegó un gringo de mi edad pero muy grandote, me pegó y me revienta la boca, no se usaba el bullying era un tipo abusón,  mi reacción fue darle una patada en sus partes nobles y lo tumbé”.
Manifiesta que cuando lo manda llamar la directora, se asusta porque antes se usaba que a los niños mal portados les pegaban con una tabla, por lo que al asumir lo que le ocurriría, sale corriendo y nunca más regresa a esa escuela.
Entonces me salí y ya no volví a esa escuela y se abre en ese tiempo la Academia Militarizada de Occidente en Magdalena con el general José Mijares Palencia, ahí terminé mi sexto año y ya no me gustó la escuela, me puse a trabajar con mi hermano o limpiaba los vidrios del restaurante”, recuerda como si hubiera sido ayer Monroy Rivera.
Añade que después estudia un poco de mecanografía y contabilidad para trabajar en la oficina de su hermano Héctor, donde apoyaba al contador y siguió sus labores en el restaurante de su mamá.
Cuenta don Fito que durante su desarrollo como niño y joven, el mayor ejemplo de apoyo a los demás fueron sus padres, quienes siempre se encontraban ayudando al que más lo necesitaba y fue ahí su primer contacto con los Bomberos.
Yo en mi casa, con mi mamá no vi otra cosa, todo mundo llegaba a pedirle a mi mamá y a todo mundo le daba, en esos tiempos que eran unas heladas tremendas y había muchos incendios, no había agua en los hidrantes y los Bomberos de Nogales, Arizona mandaban por arriba de la línea las mangueras y les daban agua a los de Nogales, Sonora. Mi mamá en las madrugadas les preparaba café y chocolate, de ahí nació que yo les tuviera mucho cariño y sobre todo respeto a los Bomberos, muchos de ellos eran mis amigos y aunque yo era chamaco me hice amigo de ellos y así crecí teniéndoles ese cariño”.
Indica que cuando se quemó el Molino Rojo, el cual era propiedad de su amigo Rodolfo León Ayala, acudió en compañía de sus amigos de la mesa del café” a ver lo que ocurría y es cuando se percató de las pésimas condiciones en las que trabajaban los Bomberos de Nogales y decidió hacer algo al respecto en ayuda de sus amigos.
Nos tocó ver como los Bomberos con miles de sacrificios trabajaban, de las mangueras salía más agua por los lados que por enfrente, las botas amarradas con cinta para que no se les metiera el agua, los trajes completamente roídos  y los que andaba en el techo se ponían un trapo húmedo en la nariz para no respirar el humo”, abunda Monroy Rivera respecto a las condiciones de los Bomberos ese trágico día.
Comenta que después de ver sus condiciones invita a sus amigos de la mesa del café” a hacer algo por los Bomberos y llaman a los cuatro comandantes que había y les preguntan si les permiten hacer algo por ayudarlos, quienes con gusto aceptaron el apoyo.
Señala que se constituyeron legalmente como Grupo de Apoyo al Honorable Cuerpo de Bomberos de Nogales con el apoyo del notario público Ramón Guzmán Muñoz, quien además puso a su disposición la estación de radio Xeny y comenzaron a trabajar para reunir cuatro mil dólares, necesarios para comprar un compresor de aire para los tanques de los Bomberos.
Don Fito indica que nunca pidieron dinero, sino que solicitaba ayuda a la comunidad y a sus amigos, señala que gran parte del éxito que han tenido para el beneficio de los Bomberos ha sido por los buenos amigos que tiene.
Yo nunca había sido presidente de nada, no sé quién me nombró a mí, ahí estoy en el Patronato desde hace como 15 años” y es como a través de todo este tiempo que ha apoyado a los Bomberos de Nogales para mejorar sus condiciones y dignificar la noble labor que realizan en favor de la comunidad nogalense.
Por otra parte su altruismo no se ha quedado solo en beneficio de los Bomberos sino va más allá y ha permitido que un jardín de niños lleve su nombre en el fraccionamiento Las Bellotas, situación de donde nace la famosa frase de su esposa Conchita de Monroy, ah, pero que no fueran bomberos o las maestras de la escuela”, en referencia a su labor permanente en favor de estos dos sectores.
Narra que en una ocasión estaba escuchando radio Xeny cuando una maestra decía que no tenían mesabancos, entonces se puso en contacto con un amigo de Tucson, quien a través de otro conocido que laboraba en el Departamento de Escuelas de esa ciudad, consiguió más de dos mil.
Respecto a estas nobles labores en las que de manera directa o indirecta se ha visto involucrado don Rodolfo señala: yo me siento el hombre más feliz del mundo cuando puedo hacer feliz a alguien” y añade que considera que él y sus amigos a través de otras amistades han hecho cosas buenas por Nogales.
Puntualiza respecto al sentimiento que le causa el ayudar a alguien, es una satisfacción enorme, la saco de mi corazón y para mí eso es el premio más grande del mundo, porque siento bien cuando puedo hacerle el bien a alguien”.
Don Fito señala que su negocio el restaurante La Posada” es un parteaguas muy importante en el desarrollo de sus actividades altruista, ya que comenta que por medio de sus clientes ha conseguido diversos apoyos.

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