Vecinos tienen una década batallando con “picadero”

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Nogales, Son


Daños en la propiedad y robos en el interior de los domicilios es una situación constante que sufren desde hace casi una década algunos vecinos de la colonia Altamira de Nogales, ante el abandono de varios domicilios por parte de sus propietarios.


En una entrevista realizada con algunos moradores de diferentes viviendas de la avenida Ruiz Cortines y calle Montaño, de dicho sector, donde el pasado miércoles fue encontrado el cadáver de una persona, coincidieron en argumentar que esta problemática les hace cada días más difícil su estancia.


Pero lo más alarmante es la gran cantidad de jóvenes en su mayoría estudiantes que todas las mañanas se dan cita en dichas ruinas para drogarse. Los nombres de los entrevistados se omitieron por obvias razones.


Hemos llegado al grado de no poder salir de casa sin que alguien se quede al pendiente pues es cuestión de minutos entran al patio y se roban cualquier cosa de metal o artículo que esté a la mano, incluso mascotas.


Lo más alarmante es que todos los días por la mañana un grupo de jóvenes estudiantes, la mayoría con uniformes escolares, suben al inmueble y se drogan en el lugar, algunos bajan en cuestión de minutos otros se queda por más tiempo.


Casi siempre desde las 7:00 de la mañana hasta las 09:00 hay menores en el lugar, posteriormente la circulación es de personas mayores, en su mayoría personas adictas que se dedican a lavar carros en los negocios ubicados en la avenida Obregón, explicaron.


Aseguraron que durante la tarde noche, el flujo es de hombres y mujeres adictas y alcohólicos en condiciones de calle que pernoctan en el lugar.


Sobre la situación miembros de la familia Bejar, aseguraron que la problemática cada día es mayor, por lo que han llegado al grado de levantar nuevos muros de su propiedad, además de poner alambre de protección.


Señalan que son muchos años de sufrir robos y daños de delincuentes conocidos y desconocidos, mencionan que desde el abandono del edificio, propiedad de María Elena Gallegos de Rigoli, que en su momento fue utilizado como dormitorios, comenzó el vandalismo.


Posteriormente con la muerte de la señora Juana Duarte, el domicilio que en su momento fue una hermosa edificación quedó en abandono y fue destruido por los malvivientes, situación que vino a empeorar la delincuencia.


Señalan que de esa forma con el paso del tiempo otras casas aledañas fueron quedando solas convirtiéndose en nido de drogadictos ante la mirada de las autoridades y la impotencia de las demás familias que siguen viviendo en el lugar.


En un clamor generalizado los residentes piden al gobierno que les ayuden con ese problema que aseguran hace más difícil su existencia.

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