El 30 de agosto representa una jornada para alzar la voz en memoria de nuestros desaparecidos, con el propósito de que no sean olvidados y de exigir a las autoridades su apoyo en la búsqueda, ya que es lamentable que exista un día internacional dedicado a las víctimas de desaparición forzada.
La señora Lidia Hernández, residente en Arizona y Madre Buscadora de Sonora en Nogales, ha manifestado su intención de liderar junto a sus compañeros las filas de manifestantes en esta fecha, con el objetivo de recordar de manera especial a la sociedad y hacer eco del sufrimiento que viven las madres que no logran encontrar a sus hijos.
Para que escuche la sociedad para que vea que realmente no solo son estadísticas son personas desaparecidas, son personas con familia, madres, hijas, esposas en total lo que es una familia de un desaparecido, es doloroso para nosotros conmemorar ese día de desaparición forzada es muy doloroso para nosotros que cada día pensamos en ellos yo personalmente en mi hijo, declaró
Vamos a estar en esa marcha primeramente Dios alzando la voz por ellos, porque no se trata de una foto es un ser humano que está desaparecido y para nosotros no saber dónde está nos duele, vamos ha alzar la vos para que la gente y la autoridad sepan que es el pan de cada día ahorita, mencionó.
La madre buscadora anhela que la manifestación toque los corazones de aquellos que conocen el paradero de sus desaparecidos, haciéndoles conscientes de que su única intención es encontrarlos, sin importar la búsqueda de culpables.
Gritaremos con fuerza para que nuestras voces sean escuchadas, para que se genere empatía hacia nuestra causa, y por ello elevaremos nuestras voces, ya que aún queda mucho por hacer.
No es un festejo queremos alzar la voz, gritar y que vean que se trata del pan de cada día es triste decirlo, pero las desapariciones forzadas están a la orden del día se trata de alzar la voz por ellos, porque como quiera que sea la familia merece saber dónde están tener un lugar a donde llevarles una flor ir a llorarles, porque no saber dónde están es un dolor muy profundo que siempre está ahí, concluyó.