Miedo e incertidumbre: La realidad de los inmigrantes indocumentados en Arizona

En Phoenix, Arizona, Karen Velazquez, una mujer indocumentada que ha vivido en la ciudad desde los seis meses de edad, enfrenta un creciente temor tras las recientes declaraciones del expresidente Donald Trump sobre la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos. Las palabras de Trump, pronunciadas en un mitin en Glendale, han intensificado la angustia de Velazquez y de muchos otros en su situación, al enfrentar la posibilidad de ser separados de sus familias y deportados.

Llevaremos a cabo la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos, exclamó Trump 

Velazquez, que forma parte de los más de 200,000 residentes indocumentados en Arizona, expresa su preocupación por el riesgo constante que corre debido a su estatus. A pesar de haber vivido casi toda su vida en Estados Unidos, el miedo a la deportación se convierte en una realidad omnipresente, exacerbada por la retórica política actual. Sin embargo, ella ha decidido enfrentar su miedo con valentía y seguir luchando por sus derechos.

El apoyo a las deportaciones masivas no se limita a un solo partido político. Una encuesta de Axios reveló que casi la mitad de los demócratas y los independientes también respaldan la expulsión de inmigrantes indocumentados, reflejando un consenso preocupante en la opinión pública. José Patino, vicepresidente de la organización Aliento, advierte sobre las consecuencias devastadoras que las deportaciones masivas tendrían para comunidades como la de Phoenix, incluyendo impactos negativos en la educación y la economía local.

Velazquez argumenta que el problema migratorio se agrava debido a un sistema que obliga a las personas a esperar largos periodos para obtener la residencia legal. Ella sostiene que si hubiera un camino más ágil hacia la legalización, muchos no se verían forzados a cruzar la frontera de manera ilegal. A pesar de su deseo de un acuerdo bipartidista para reformar el sistema migratorio, lamenta que los políticos a menudo utilicen a familias como la suya como chivos expiatorios en lugar de abordar efectivamente las deficiencias del sistema.

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